Capítulo 27

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Capítulo 27

Pequeños secretos

La mañana siguiente de mi cena con el señorito insoportable me fui al departamento de Medicina Interna de mi facultad para pedir mi cambio de hospital. Estaba preparada para ello, pese a que lo que menos quería era irme del hospital y sobre todo, alejarme de Eli.

No de Stone, sino Eli. Por supuesto que era de mi mejor amigo y no de más nadie. No pienses en nada más.

Ja, ¿a quién trato de engañar?

Todos sabemos que era el insoportable de mi extutor.

Hoy decidí ser estúpida.

Yo estaba aceptando las consecuencias de lo que hice, no podía dejarlo pasar así como si nada, yo no podía tirar diez años de mi vida a la basura por una cosa que fue de una sola noche. Yo estaba aún creando mi futuro, no podía perderlo por un momento, que aunque disfruté, no debía dejarme gobernar por ello.

¿De qué habrá servido años y años sin dormir? ¿Las noches en velas, las guardias y las largas jornadas de estudio? De nada. Sería igual que invirtiera en autos hechos de papel. Si eso llegaba a mayores yo podía despedirme de todo lo que luché, del dinero invertido y más importante, mis sueños.

Yo podía bromear o incluso sonar convincente de retirarme muchas veces de la profesión, pero eran palabras más vacías que otra cosa. Amaba con todo mi ser mi trabajo, aunque no fuera la mejor en el campo, ni que mi nombre todavía no fuese reconocido en el medio porque era una simple estudiante, el simple hecho de saber que ayudé a alguien en su momento de malestar bien valía todo ese esfuerzo. Yo no quería que me lo quitaran.

Además, Stone también perdería cosas. Y sobre todo el buen nombre que se había forjado. Ambos tuvimos un momento de debilidad y nos dejamos llevar por la lujuria. Eso no quería decir que me estaba jurando amor eterno.

Tampoco es como si yo lo amara. Solo era deseo sexual.

Así que teníamos más en contras que pros el hecho de que yo me quedara. Solo esperaba que no me pusieran a hacer todo de nuevo en el próximo hospital que trabajase. Que aceptaran las evaluaciones que ya había tenido aquí. Iniciar de cero sería una cagada, una que me recriminaría mucho.

Tenía que irme, por él y por mí. Era la mejor decisión.

Subí por las escaleras de entrada y saludé algunos doctores que me reconocieron de mis años por la universidad. Vi algunos chicos salir de sus clases, con las caras de sueño y la sonrisa de alguien que todavía no había visto lo más feo de la carrera. En ese mismo instante me acordé cuando todavía era joven e impresionable. Ya no quedaba mucho de esa Very llena de sueños e ilusiones.

Anoche, luego de que comimos, me trajo a mi casa. No dijimos demasiado en el trayecto, ya de por sí yo era un cúmulo de nervios y estaba cagada de que alguien nos viera y llegará oídos de gente más arriba. Si por solo salir mejor en un examen ya se habían inventado que me había acostado con él (en aquel tiempo era válido hacerme la ofendida porque no pasó, ahora era jodido porque era una realidad), no me quiero imaginar si escuchan que me vieron bajar de su auto.

Mejor busco mi ropa de invierno para mudar a la Antártida.

Lo peor de todo es que quién se llevaría la peor parte sería yo. Pensarían que me fui de buscona y que hice todo lo posible para pasar gracias a la operación colchón.

No gracias.

No le había dicho nada a Elijah, sabía que querría escudriñar todo y me sacaría la verdad a cucharadas soperas. Yo no estaba lista para contarle, prefería que las cosas se asentaran un poco para explicarle el motivo de mi ida. Si le decía antes, intentaría por todos los medios que me quedara y no quería decirle los motivos de mi decisión. Yo sabía que no era lo correcto.

Malas EnseñanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora