Capítulo 9

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Capítulo 9:

Mirar no es tocar


Los días pasaron y me estaba adaptando a esta nueva normalidad. Una en donde yo trabajaba y trabajaba hasta la extenuación, luego iba a casa dormir para volver de nuevo a las seis de mañana al hospital para seguir laborando.

Al menos no había pelado de nuevo Stone.

Bueno, no como en días pasados.

Todos los días trabajaba junto a él, ya no me discutía, pero si había instantes en los que no concordábamos con algunos casos y se armaba Troya. Pero al menos ya no me hacía sentir estúpida.

También tenía conmigo un régimen de horas de comida. A veces estábamos tan ocupados y se daba cuenta, me mandaba a comer así estuviera él solo con un montón de paciente. Así que yo iba luego de decirle que no era necesario tanto histrionismo y que podía aguantar con una tontería, pero al final lo dejaba ganar porque bueno, era mejor que oír la perorata.

Pero había llegado el adiado viernes y la guardia de hoy estaba tranquila. No nos teníamos que quedar en la noche, por lo que apenas dijeron que podíamos irnos, huimos casi que entonando un canto de libertad.

Me cambié por una ropa linda que tenía en mi mochila y me encontré con Elijah en la entrada. Ambos salimos con rumbo al bar que quedaba a una cuadra del hospital. Era nuestra hora feliz. Nuestro día de celebración.

Apenas entramos, varios compañeros de trabajo estaban allí, hablaban de algunos casos y anécdotas. Eli los saludo a medida que pasábamos, yo por mi parte me hacía la loca y ni los veía, no podía olvidar cómo me trataron luego de la cuestión de la cafetería. así que seguí mi camino hasta una mesa apartada de todos los ingratos y pedí un whisky. Uno que tendría que tratar con cuidado porque mi presupuesto era precario y lo más barato estaba descartado.

¿Una cerveza? Ni hablar. Podía beberlas, pero no era recomendable. Odiaba tener este cuerpo de mujer con Sugar, con presupuesto de indigente.

Eli llegó a la mesa y le trajeron su cerveza y mi tequila. —Alegra esa cara. Al menos mañana no tendremos que trabajar.

—Aleluya —dije antes de dar un trago a mi bebida. Delicioso. Lo necesitaba.

Sentí que Eli me miraba mucho, como si me estuviera estudiando Y eso me alertó. Elijah en modo escudriñador era más latoso que las ladillas.

—Very, te veo cambiada. ¿Algo está pasando?

—¿Algo como qué? —de una me puse a la defensiva.

—Ya no te oigo pelear sobre tu jefe.

—Porque no he tenido la necesidad. —miré para los lados esperando no verlo tras de mí, una nueva costumbre que tomé dado el prontuario que tenía—. Pero deja que vuelva a ser un capullo, tendrás nuevos capítulos de esta serie médica.

—¿Solo de peleas? ¿Para cuándo la escena lujuriosa? Esa en donde la pasión los venza.

Un maní de mi tazón paró en su frente. —Jamás, nunca podría hacer algo así.

—Bueno, te quedan dos años y diez meses de residencia todo puede pasar en ese tiempo. Incluso que el deseo los gobierne y la ropa les estorbe.

Me reí. —Eso es imposible, yo tengo una residencia que salvar y para pasar no voy a realizar operación colchón. Así que déjate de inventos.

—Yo espero vivir mi romance médico a través de ti.

—Deja a Alex y podrás hacerlo. Así yo te lo aplaudo.

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