Capítulo 34

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Capitulo 34:
Los entresijos que creamos

El tutorial ponía las cosas como si fuera igual de fácil que preparar un emparedado. Pero no era así, ya me había enredado con el hilo como si fuera un maldito pez en una red.

Agh, esto era difícil.

Nunca daría hecho por hecho las personas que hacían crochet. Eran personas bastante admirables. Yo no sabía nada de esto. Y eso que yo pensé que los nudos de cirugía eran fuertes y complicados, esto era otro nivel.

Puse en pausa a la señorita experta en el  computador y traté de estirar las piernas. Cuando ví la hora me di cuenta que había tenido cuatro horas aquí sentada. Esto ha sido una constante desde los últimos tres días. Al menos ya había salido lo de hacer una cadeneta, ahora vendría lo más complicado.

Aquí estaba partiendome el culo haciendo está porquería. Yo no sabía qué se me metió en la cabeza, pero me dije que debía terminarlo. Era un reto para mi por supuesto que sí.

No había otro motivo de por medio, claro que no. 

Mi padre llegó a la casa y me encontró en el mismo sitio en el desayunador. Me miró sin entender por qué yo tenía ahora está obsesión. No lo culpaba, él no sabía que tenía una hija loca. Se vino enterando ahora. Pobrecito.

—¿Por qué estás cosiendo?

—No es coser, es tejer —dije nombrando lo obvio—. Era esto o me tiraba de un puente.

—Nunca te gustó la asignatura de manualidades en la escuela.

—Y sigue sin gustarme. 

—¿Entonces, por qué lo haces?

Ja, buena pregunta. Yo también me la estaba haciendo a mi misma.

—Estaba aburrida y me dije que debía hacer algo diferente. No está nunca demás aprender algo nuevo —las palabra de Stone vinieron a mí—. Maldita sea.

—El vocabulario, Avery—se me había hecho un enrendo y ahora tenía que deshacer toda la cadena.

—Lo siento —sabía que a él no le gustaba las malas palabras.

Miré la tira gris, no estaba del todo simétrica y sabía que faltaría mucho para que quedara algo decente lo que estaba haciendo. Pero no me rendiría, no me dejaría vencer por una bola de hilo y una aguja. No señor.

—¿Qué quieres de cena?

—Arroz primavera y pollo asado—dije toda enfurruñada cómo una niña y él me dió un beso en la coronilla. Amaba como me consentía.

—No te había dicho, pero hoy voy a salir.

Eso por fin logro que quitará mi atencion de lo que estaba haciendo. —¿Dónde?

—A cenar.

Eso no tenía ningún sentido.

—¿Y no estás haciendo la cena?

—Sí, pero para ti —yo no estaba entendiendo nada—. Si quieres que me quede, lo hago.

—¿Con quién vas salir? —llegó mi momento de ser celosa.

—Con Liss

—¿La de la cafetería? —asintió—. Wow, eso me tomó por sorpresa.

—Si no te gusta, lo pensaré.

Eso hizo que hablara rápidamente. Mi padre era un hombre solo, merecía compañía.  —Está bien, ve a tu cita. Ya es hora de que tengas a alguien en tu vida. 

Malas EnseñanzasWhere stories live. Discover now