Capítulo 26

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Capítulo 26:

Cena conmigo

Yo no imaginé que él se aparecería en mi casa. Pensé que intentaría abordarme en el hospital, pero me sorprendió con ello. Ayer yo estaba dispuesta hablar, solo que hoy la valentía me había abandonado. No quería verlo, pero a la vez no.

Pero sabía que esto estaba ahí y debíamos resolver, por lo que me puse mis bragas de niña grande y me preparé para la que sería la conversación más complicada de toda mi vida.

Tomé una sudadera y me la coloqué encima del pijama ya que yo no tenía sujetador debajo. No es como si hubiera mucho por ocultar, pero bueno, tenía que sentirme un poco normal si iba a hablar con él.

Abrí la puerta y él estaba allí. Llevaba aún su uniforme, su pelo estaba recogido como siempre y sabía que había venido directo del hospital.

—Avery.

Con solo decir mi nombre, ya mi respiración se había atascado en mi garganta. No entendía el efecto que tenía este hombre en mí, pero era demasiado para mí.

—Doctor.

Me miró, había un tanto de diversión y sabía que yo lo llamé por su nombre por solo molestarlo.

—Ven a cenar conmigo.

Esperen un segundo.

—No creo que sea buena idea.

—Ven a cenar conmigo —repitió

Yo me estaba estresando. —¿Estás consciente que está situación no es normal?

—Por eso te estoy pidiendo que vengas a cenar conmigo. Para hablar.

—Yo no quiero hablar.

—Ayer querías hacerlo.

—Ayer era otra.

Yo me comenzaba a estresar de esta conversación. —Stone, creo que metimos la pata hasta el fondo.

—No voy a tener está conversación aquí. —y ya iba a cerrarle la puerta, cuando sentí que me tomaron de las piernas y me cargaron como un saco de papas.

—Stone, hijo de tu madre, suéltame.

—Te invité a cenar por la buenas, ahora me toca tomar medidas mayores

—Bájame.

—Aún no

Intenté golpearlo en su espalda, pero el desgraciado tenía eso como una roca y no le hacía nada. Abrió la puerta de su camioneta y antes de bajarme me dio una nalgada. A mí.

—Bárbaro, animal, bruto.

—Si, si, todo eso.

Me puso el cinturón y cerró la puerta. Iba a bajarme, pero ya estaba de su lado y en menos de lo que pensé había arrancado. Prefería el Stone que solo me regañaba. No a este mandón.

—Sabes qué, te odio.

—Anoche no pensabas así.

—Anoche era otra, ya te dije. Yo estaba ovulando, cualquiera hubiera servido. No te creas tan importante.

Justo en ese momento se paró en un semáforo y me miró. —¿Segura?

Dios, ¿Por qué tenía que ser tan lindo?

—Segura —por supuesto que no lo estaba.

No lo vi, pero estoy segura que se rio.

Siguió conduciendo y yo miraba mi ropa. No estaba vestida para ir a cenar, ni siquiera para salir al porche de la casa. Y este bruto me sacó así. Es que en este momento lo odiaba. Me caía super mal.

Malas EnseñanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora