Capítulo 10

6.2K 514 145
                                    

Capítulo 10:

La piel en que hábito.


El lunes en la mañana llevaba mi laptop y un montón de flashcards para acordarme de lo que debía decir en mi exposición. Sería evaluada por otro tutor e invitaron a los niños de último año y semiología para que escucharan. Cosa que no me gustaba porque sentía que la ansiedad me iba a ganar de solo pensar en hablar y decir un montón de bestialidades.

Hoy llevaba ropa civil y tacones. Mi pelo cobrizo estaba suelto en toda mi espalda. Sentía que las manos me sudaban y que en cualquier momento caería lánguida en el piso. No me gustaba esto para nada.

Elijah intentaba darme ánimos, pero no era fácil cuando se sufría de pánico escénico como yo. Estaba que me caía de los nervios. No importaba que me hubiese aprendido todo de forma textual tal cual mi investigación, sentía que se me iba a olvidar apenas empezará a hablar.

Miré mis hojas, no había ni una que no tuviera manchada de amarillo, el resaltador fluorescente estaba en auge en estos papeles, pero una tenía sus técnicas de aprendizaje y si pintar todo un papel del color de un pollito me ayudaría, lo haría sin pensar.

Así que aquí estaba, preparando el proyector, mientras que Eli me iba haciendo preguntas que podían suscitarse. Mis manos temblaban y sentía que mi corazón se iba a salir de mi pecho.

—¿Comiste hoy? —¿y eso que tenía que ver con mi exposición?

—No puedo, Eli. Voy a dejar mi estómago aquí.

—Si puedes, recuerda que en estrés tu cuerpo pide más azúcar.

¿Comer? Me era imposible pasar bocado, si podían ponerme una vía lo aceptaría de buena gana para no tener que comer en este momento.

—No me vengas con una clase de bioquímica ahora.

—Te la daré si no comes.

Me hizo sentarme y me dio un sándwich. Yo no quería comer, pero conocía al personaje. Sobre todo cuando me miró y no pude mas que hacerle caso y empezar a pellizcar mi pan para darme pequeños bocados que costaban tragar.

No me gustaban las exposiciones, de joven nunca tuve pánico escénico, era de las que lograba hablar sin problema delante de un público, pero llegó el momento en donde vi una materia. Un profesor lleno de odio logró hacerme sentir tonta y me mandó a sentarme, resulta que una chica que tenía más pecho que yo estaba diciendo un montón de ignorancias y a ella si la escuchó. No es mi culpa que Dios me haya dotado con tan poca pechonalidad.

En fin, eran gajes de la carrera.

Ese mismo profesor se reía de Eli por se gay. Llegó a burlarse de su orientación sexual y lo odié por ello. Por no respetar.

La cosa es que desde ese fatídico día yo comencé a tener pánico escénico. Me costaba hablar para todo.

Extraño a la yo de antes.

—Te va a ir bien, en serio.

No lo sé, Rick. Estaba como forzado ese asunto. Me sentía bastante asustada.

—Estás preciosa.

—Gracias, Eli. —lo abracé y en ese instante la puerta se abrió. Noté como entraba Stone a nuestro salón y sentí como se me fue el aire del pecho. Era la misma sensación que tuve el viernes cuando lo vi en el bar.

Eli y yo nos separamos de inmediato.

—Por mí no se corten —lanzó más duro que de costumbre.

—Ya está todo listo, doctor Stone.

Malas EnseñanzasWhere stories live. Discover now