Capítulo XLII

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Ambos estrecharon sus manos.

-¿Puedo preguntar acerca del paradero de la reina Liah? Han habido rumores que está pasando por una guerra de su antigua tierra, Su Majestad.

Quise negarlo y decir que simplemente tenía muchas cosas que hacer y prefirió no venir. En cambio, debía decir que su vida estaba en peligro al igual que la de toda Evigheden y por eso me vi en la obligación de venir.

-La verdad, General Leandro, hemos venido porque necesitamos ayuda de su pueblo.

Murmure algo apenada esperando cualquier reacción de su parte.

-No más, Su Majestad. Ahora, es su pueblo y usted puede hacer lo que quiera con ella. La integrante de la mesa con la cuál discutir es conmigo. Somos un sistema absolutista.

Comento sin mucho problema y aceptando cualquier decisión de manera rápida.

-¿Absolutista?

Mi pregunta salió justo como lo había pensado.

-Sí, Su Majestad. Hace algunos años atrás, los pueblerinos se creían con la total libertad de opinar acerca de todo lo que querían. Los reyes eran muy benévolos y cuando quisieron hacerle un regalo para su hija primogénita, los pueblerinos pensaron que no era lo correcto y en tanto ajetreo, la princesa terminó asesinada. Los reyes cayeron en depresión y en un odio hacia su propio pueblo hicieron que el reino fuera absolutista y poco después, ellos huyeron dejando estas tierras a merced de cualquiera. Para nuestra buena suerte, la reina Liah, nos reclamó.

Ellos no huyeron... Ellos fueron amenazados por mi esposa.

-Eso suena tan trágico.

Él suspira y hace que abran las puertas principales para nosotros. Soy la primera en entrar y ver el vestíbulo de la mansión. Era simplemente hermoso.

-La vida no es siempre justa, Su Majestad Luna, y la pequeña Jezzavell fue testigo de eso.

La tristeza me recorrió haciendo que quisiera llorar y vomitar.

-Necesito un vaso de agua, por favor

Pido mientras me sujeto de Zúrich. Leandro fue rápido en buscar un vaso de agua y traer un asiento cerca de mí. Me tendió el vaso y tomé reguladamente para no sufrir de algo. Zúrich me miraba preocupado, incado a mi lado.

-Quisiera decírselo por mi propios medios, General Leandro, pero Zúrich estará más capacitada para hablar de estos temas.

El general me miró confuso. Luego miró a Zúrich.

-¿Temas? ¿Qué temas?

-Zúrich, por favor.

Él entendió rápidamente y en seguida se encontraba dando detalles de nuestra estrategia para lograr sacar a Liah de su cárcel.

Al finalizar de contarle nuestro plan, el general simplemente nos miró sorprendidamente y sopesando la idea.

-Su Majestad Luna, este reino le pertenece de ahora en adelante. Por mi parte, no encontrará alguna negatividad.

Sonreí agradecida.

-Muchas gracias, general.

-Solo llámame Leandro, por favor.

Asentí.

-Zúrich, por favor, estarás al mando de organizar todo junto al general. Necesito tomar reposo.

Pedí poniéndome de pies. Leandro asintió rápidamente y pidió arreglar una habitación para mí y una cercana para Zúrich.

-La cena no tardará en servirse, Majestad.

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