En donde el único sueño más poderoso que Jimin tiene es el maquillaje.
Base, corrector, máscara de pestañas.
Un maquillaje natural.
Y en donde Jeon Jungkook es uno de los mejores empresarios de toda corea amante del maquillaje en secreto.
Daría mied...
Caminó hacia la cafetería de la empresa sin mucha preocupación, ya había echo varias cosas y necesitaba energía así que pasaría por un café antes de subir e ir con su jefe Jungkook, no entendía por qué le dijo que no llevaba consigo su teléfono si lo tenía en sus manos. Suspiró negando con su cabeza cuando de pronto su móvil sonó, al darse cuenta de quien se trataba contestó de inmediato.
—Señor Jeon Alex dígame.—Detuvo su caminar y miró el suelo de la cafetería prestando atención a las palabras del otro lado de la llamada.—Por supuesto... si, así será, sin embargo no tengo el número de la joven Soyon... claro, entiendo...—Finalmente el moreno colgó observando poco después ponerse la pantalla en negro.
Levantó su ceja izquierda y pensó un poco, al instante supo bien con quien ir, caminó rápidamente hacia el departamento donde se situaba Park Jimin pero antes de seguir con su rumbo un joven lo detuvo.
—¡Señor! Que bueno que lo veo ¿va de camino hacia la oficina del director? Por favor, hágame un favor y entréguele esto cuanto antes, son los estados de resultados de Jensan.—Mencionó el contador algo agitado.
—Por supuesto pero ¿pasa algo?.—Mencionó Namjoon con intriga.
—M-Mi esposa está a punto de dar a luz y quiero ir a verla, acabo de solicitar el permiso y se me fue concedido pero quería darle esto al director cuanto antes.—Dijo titubeando al inicio.
—Comprendo, adelante, yo le entrego esto.—Kim sonrió asintiendo lentamente.
Fue así como el contador salió como flecha volando mientras que el moreno ahora cambiaba de nueva cuenta su dirección, ser el secretario y guardaespaldas del señor Jeon Jungkook no era nada sencillo, siempre estaba tapizado de trabajo, andaba de aquí para allá arreglando sus reuniones, de vez en cuando representándolo entre otras cosas, Nam era un hombre inteligente y conocía perfectamente sus capacidades, estaba tan centrado en su trabajo pues le gustaba, por ahora no quería tener una relación, él era más de disfrutar la vida y solo pensar en si mismo era suficiente.
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El joven pelinegro llegó a la oficina de su jefe Jeon, no estaba su secretaría afuera así que no hubo de otra más que entrar, si no se encontraba en su oficina al menos dejaría lo que le pidieron en su escritorio para así empezar a buscar el número de teléfono de Park Soyon.
Puso su mano en la perilla de la puerta girándola y abriéndola, ingresó al interior notando como una cabeza rubia rápido se agachaba ocultándose, Nam frunció su ceño con intriga.
—¿Señor Jeon?.—Preguntó intentando ver quien era la persona que estaba ahí.
—¿Por que no tocas la puerta?.—Se escuchó la voz molesta de su jefe.
—L-Lo lamento... yo... solo vengo a dejarle algo.—Contestó el moreno tragando saliva nervioso.
No se podía observar quién era la persona que estaba con el señor Jeon pues la silla de cuero del director estaba impidiéndole ver más allá, solo pudo notar que se trataba de alguien... con el cabello rubio, fue entonces que comprendió todo.
