QUIERO ESTAR CONTIGO MIENTRAS SANAS

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—No te vas —le dijo, negándole el paso.

Ksenya entrecerró los ojos y luego los rodó hacia atrás con antipatía.

—Tengo prisa.

—¿Tengo cara de que me importa? —Julie se encogió de hombros y abrió el sobre frente a nosotras para leer su contenido—: ¿Buceo?

Abrió los ojos de par en par sin poder contener su emoción. Su lugar favorito siempre sería el agua. Alternó la vista para verme a mí y sonreí al ver lo feliz que estaba.

—¿Puedes dejarme ir ya, por favor? —preguntó Ksenya, cruzándose de brazos.

—N O —Julie pronunció las palabras con detenimiento y le dedicó una sonrisa maliciosa, que nunca usaba conmigo.

En realidad le caía muy mal.

—¿Siempre eres tan molesta?

—No me llamo KSshs, ah perdón, tu nombre es igual de complicado que tú —Volteó los ojos hacia atrás y añadió—: Iremos a bucear las tres y usarás tus influencias para que nos den un cupo más.

—¿Qué parte no entiendes? ¡No quiere ir contigo! ¿Puedes respetar su decisión, o necesitas que sea más claro? Quítate y déjanos ir —habló Mateo subiendo el tono de voz y cuando trató de quitar a Julie, iba a lanzarme hacia él, pero Ksenya se me adelantó.

—¿Puedes aprender a tratar a una mujer? ¿O necesitas que te pague un curso intensivo para que dejes de ser un patán? —Ksenya se puso frente a Julie y fue ella quien la haló del brazo con suavidad, antes de agregar hacia Mateo—: Me voy con ellas a bucear, y me voy en el carro de Julie. Escóltanos, pero mantén tus distancias al menos hasta que aprendas cómo comportarte con las mujeres.

Le volteó los ojos y antes de que pudiera decir nada, se subió en el puesto de copiloto del coche de Julie. Me adelanté y le abroché el cinturón para que no pudiera escaparse, por si cambiaba de idea. Al tiempo que la princesa se subía y encendía el motor para ponernos en marcha.

Julie subió la música y puso «Modelito – Mora, YOVNGCHIMI». En pocos segundos comenzó a cantar a todo volumen, sorprendiendo a Ksenya, a mí no. Ya conocía esa faceta y me encantaba. Como cuando pasábamos los domingos bailando de todo un poco y ella me sorprendía con las canciones nuevas que Paula le enseñaba y que terminaba yo también aprendiéndome.

—Sophi, acabo de comprobar que es cierto eso de que los europeos no saben bailar ni moverse, y están muertos por dentro, pensé que era solo un mito —lanzó Julie hacia mí para molestar a Ksenya.

—Bailo mejor que tú.

—Dudoso —lancé y eso la enojó más, pero cumplimos el objetivo.

Julie me guiñó el ojo por el retrovisor cuando Key empezó a bailar, demostrándole que se equivocaba. Movió su cuerpo al ritmo de la canción, al tiempo que nosotras cantábamos y no sé cómo, pero dejé de pensar en la terapia de exposición y me concentré en el presente. En Julie cantando a todo volumen y Ksenya bajando la ventanilla para sentir el aire. De pronto, los problemas se fueron lejos, los íbamos dejando atrás a medida en que avanzábamos.

Y entonces lo supe: aunque no alcancemos la vida eterna, hay momentos que sí logran hackear la eternidad.

Llegamos a la escuela de buceo y nos recibieron de inmediato. Como siempre, las fotos no faltaron y lo que me sorprendió es que Ksenya aceptara tomárselas. Luego entendí el porqué.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now