JULIE DASH - DE NADA

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Antes de que dijera algo más, Chiara se acercó a él y le pidió hablar a solas, así como hacía con sus residentes cuando les iba a reclamar algo. Intentaba no hacer espectáculos en público, pero tenía mucho carácter. La vi de lejos moviendo las manos conversando con él y cuando vino a mi encuentro, los tres quisimos saber lo que había dicho.

—¿Cómo eligieron a un tipo así para un retiro espiritual? Le dejé claro que mantuviera sus distancias y que respetara, ese tipo de cercanías son inadecuadas.

—¿Qué te dijo musculito? —quiso saber Paula.

—Lo que dice cualquier incoherente, que lo disculpara, que primera vez que a una mujer le molestaba su «cercanía».

Volteé a ver hacia dónde había ido Aquiles y me di cuenta de que intentó acercarse a Ksenya. Su guardaespaldas le trancó el paso, tenía la misma cantidad de músculos que Aquiles o incluso más, y me quedé observando la escena. El pelirrojo tratando de pasar a hablar con Ksenya, y el castaño impidiéndoselo y tocándose la pistola en modo intimidación.

¿En serio un arma en un retiro espiritual? De algún modo, a pesar de que me pareciera extraño, me gustó que estuviera provisto, porque no quería que Aquiles se le acercara a Sophia. Paula, la más chismosa del grupo, fue hacia donde estaban y nos dejó solos, para volver minutos después con el cuento de primera mano.

—Aquiles le pidió una fotografía y Ksenya le dijo que le daban alergia los idiotas —contó mi amiga y Chiara sonrió animada escuchando la historia—. Es tanta la adoración del tipo que le dijo que le conseguiría un antialérgico y ella respondió: «De mí solo tendrás la fortuna de verme de lejos y ya deberías sentirte complacido, ahora intentemos ser racionales y no te me acerques. No lo quiero cerca, Mateo, encárgate de que se mantenga lejos», así con esa voz autoritaria y el tipo cambió su expresión, tenías que haberlo visto, estaba serio, impactado, no se podía creer el rechazo. «¿Te largas ya? ¿O estás grabándote mi cara para masturbarte luego? Idiota», cuando le dijo eso el tipo se mordió los labios con ira y se fue a otro lado.

Después de escuchar a mi amiga la chismosa, ocupamos una de las mesas cerca de la tarima y preferí empezar tomando vodka, aunque Paula me dio dos shots de tequila que me dejaron mal sabor. Una hora más tarde me había tomado más de cinco shots de tequila y estaba con Benjamín y Paula bailando al ritmo de la música. Chiara nos observaba desde la mesa, ya que tenía dolor de vientre y no se sentía bien.

Todo a nuestro alrededor destilaba lujos, y no parecía el ambiente de un retiro de meditación en donde pretendes conectarte con tu interior. La tarima era grandísima, como para una fiesta electrónica y no tenía sentido, partiendo de la premisa de que éramos pocas personas. Más de veinte antorchas iluminaban la playa, además de las luces que estaban en la tarima. A nuestro alrededor había unas diez mesas y todas tenían alcohol y pastillas. A lo lejos vi a Belén botándolas en una bolsa negra. Ella lucía frustrada y se notaba que detestaba a Aquiles, su compañero.

—¡Bienvenidos al inframundo! Belén quiere llamarlo cielo, pero yo siento que no somos ni cielo ni infierno... somos el intermedio en donde cada uno de ustedes será juzgado —habló Aquiles desde la tarima a orillas de la playa—. En este retiro algunos irán al cielo, y otros al infierno, hoy es la antesala, así que disfruten como si fuera el último día de sus vidas.

Detrás de él había una pantalla LED gigante que reproducía videos del inframundo, imágenes crudas que representaban lo que él acababa de decir. Hace unos instantes la playa estaba desolada, y ahora, éramos unos pocos, pero él hablaba como si estuviera animando una gran fiesta.

Bebí otro trago de tequila agradeciendo que mis nervios habían desaparecido.

Tenía tanto tiempo sin ingerir alcohol que me sentí mareada después de la primera hora. Chiara no me pidió que dejara de tomar, pero me obligaba a tomar agua a cada momento.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now