57. Constantino | Susurros en la noche eterna.

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57.
SUSURROS EN LA
NOCHE ETERNA.

Estaba a punto de subirme al auto, cuando el juez Ferrara salió de su casa para hacer el camino hasta mi auto.

Se trataba de una casona a orillas del río, el sitio por excelencia de la clase alta en Senylia.
Como la mayoría, no gozaba de grandes patios, pero poseía la típica fachada de estilo imperial y tenía sus buenos cinco pisos de alto.

Aguardé mientras lo veía atravesar el camino de grava hacia mí, en apariencia no tendría más de cincuenta años, poseía espeso cabello negro y hundidos ojos marrones que le daban cierto aire intimidante a su mirada.

──Aquí está ──me extendió un sobre violeta──, el cumpleaños tercero de mi nieto, no se te ocurra faltar, Karravarath.

Guardé la tarjeta en el bolsillo de mi saco.

──Claro, ahí estaré.

──Y puedes llevar a esa linda novia tuya, más te vale que lo que tengas sea bueno, Constantino, porque incluso a mí me tientan las propuestas de Bertabán.

──Todavía me debes muchas, piensa en eso. Y Bertabán no tiene el apoyo de nadie, las familias originarias lo aplastaran en un momento.

Ferrara asintió, como si mis palabras fueran la confirmación que necesitaba.

──Confío en ti para eso.

Luego un niño de unos dos años se acercó corriendo a nosotros y la fachada del juez se ablandó para atender al llamado de su nieto.
Era un niño enfermizo, como todos los que nacían con el virus en su sistema, su esperanza de vida no era muy larga, aunque Ferrara tenía sus apuestas en mí para que así lo fuera.

Cuando trajeron mi auto, ambos me despidieron con un saludo a mano alzada, antes de que Ferrara entrara para proteger al frágil niño del eterno frío nocturno.

᯽• ────── ೫ ────── •᯽

Decidí entonces aprovechar el resto de mi día para ir con Esen, ya tenía las pruebas del caso contra Caín a un lado en el asiento, y no veía muchas más razones para ser amedrentado por el imbécil de Venicio Lessar.

Decidí llamarla.

──Qué manera de ser oportuno, estaba a punto de llamarte ──me saludó una voz petulante al otro lado de la línea.

──Renagás, ¿qué mierda haces con Esen?

Aceleré el auto mientras encendía su ubicación.

──Oh, tranquilo, tranquilo, yo mismo te enviaré la ubicación en donde puedes ir a buscarla ──dijo el infeliz──. Pero debes saber que ya le dije toda la verdad, y no sé si estará ansiosa por aceptarte.

──¿Qué le dijiste?

──Veamos, tú... usaste a su madre, y a todas las donantes y los niños de los Criaderos como conejillos de indias, luego fingiste una epidemia viral para justificar las muertes debido a las fallas de tus experimentos... y ahora, ¿estás preocupado por lo que pasa? ¿No te parece mucho descaro, colega?

Trono de Cuervos Where stories live. Discover now