42. Raizel | El latido de los inocentes.

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42.
EL LATIDO DE LOS
INOCENTES.

Este capítulo contiene descripciones de escenas sexuales explícitas.

Revisé en el Zerta una vez más, varios portales replicaban la imagen de Venicio Lessar entrando de la mano de la heredera a la celebración en honor al cumpleaños del rey, luego había más fotos que captaron el momento justo en el que el soberano besó ambas mejillas del candidato al primer ministro.

Tenía que decir también, a beneficio de los Karravarath, que buena parte de los encabezados habían ido a parar en la reaparición de Feriza Karravarath.

Aun así, no me quitaba la alegría de que ellos habían tenido que revivir un muerto para remontar su popularidad y eso sería un as bajo la manga que no podrían volver a usar, mientras que Lessar seguiría estrechando sus lazos y favor con el rey.

Él no tenía mi completa simpatía, como seguramente no la tendría ningún otro candidato, pero si había alguien capaz de ponerle fin al poderío de los Karravarath era Lessar.

Habían pasado horas hasta que entré al laboratorio, cuando una voz electrónica avisó que ya era medianoche del día ciento ochenta, del año trescientos veintitrés de Instauración.

Decidí que había sido suficiente de mi turno.

La mayoría de las estaciones de trabajo estaban vacías, porque era feriado por celebración en honor a su majestad, pero yo no podía darme el lujo de seguir retrasando mi proyecto.

Luego de recoger un té de la cocina, decidí pasar por el lugar de Cavale, él no asistió ese día, tampoco respondió mis llamadas y entendí entonces que estaría furioso ante lo ocurrido.

Él había insistido para que testificara contra Caín Karravarath, yo me negué.

Luego él, otra vez, me había confiado las cintas, solo para que yo se las terminara entregando al hombre que aborrecía, en un intento de disparar su campaña.

Quizás no actué de forma correcta, pero tuve que priorizar mi seguridad y la de mi familia.

Intenté llamarlo mientras salía del edificio, pero él me cortó cada llamada, no apagó el teléfono, estaba claro que quería que yo fuera consciente de que él no quería hablar conmigo.

Me senté en una banca, por un momento demasiado atrapada en la soledad que me envolvía.

Intenté llamar a Esen, pero su teléfono estaba apagado, dudé un momento más antes de llamar a uno de los amigos de Cavale, Azquen, todavía guardaba su número desde que habíamos hecho un proyecto juntos en segundo año.

Él me respondió al tercer tono.

──Buenas noches, ¿cómo estás? Soy Raizel, del laboratorio ──me presenté.

──Raizel ──El chico no intentó ocultar el alivio en su voz──. Cavale está contigo, ¿verdad?

──¿Por qué lo estaría?

──¿No está en el laboratorio?

──Claro, eso, es verdad, acabo de salir y no quedó nadie ahí, ¿pasa algo?

──Él no aparece, desde ayer no me responde y pensé que quizás estaba allá, pero lo llamé y tampoco me respondió, entonces no sé ──pareció notar su verborragia──. Debe estar en su casa, ¿precisabas algo?

──Claro, quería saber si tenías el número del profesor Asier ──inventé sobre la marcha──. Quería consultar algo sobre la tésis, pero él no está, me hubiera gustado resolver ya la duda.

Trono de Cuervos Where stories live. Discover now