22. Esen.

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22.

El chófer ya nos esperaba con un paraguas que Constantino me tendió mientras yo ingresaba al auto, una vez dentro esperamos hasta que el vehículo se pusiera en marcha.

Solo se escuchaba el incesante goteo contra el techo del auto, las luces neón difuminándose detrás de la ventanilla empañada.

──¿Eso era todo lo que venías a decirme? ──indagó mi atento novio falso.

──No, también venía a ver si me metías los cuernos con tu secretaria.

──Esen ──Me reprochó, mirándome a través de sus pestañas, su cabeza levemente inclinada.

──Nada, solo venía a decirte lo que ya te dije, lo del Vigilante, y no quería ir hasta tu casa.

Agradecí cuando el auto al fin se puso en marcha.

──¿Caín te dijo algo?

──No.

──¿No?

Su teléfono volvió a interrumpirnos, Constantino me indicó que aguardara mientras respondía.

──Hola, papá, sí estoy con ella ──realizó una mueca──. No sé si sea una buena idea. Esen está muy cansada. Entiendo, bien, después hablamos.

──¿Qué ocurre?

──Te dije, Esen ──dijo entre dientes──. Que yo iría por ti, mandaron a alguien a seguirte y te vieron volver de Val Trael.

No tardó mucho en encontrar las fotos que se habían publicado, me dio su teléfono para que viera que, efectivamente, eran de esa mañana, cuando salía del tren.

De repente sentí la boca seca.

──Constantino, no pueden estar mis fotos publicadas así.

──Ya habrás visto que sí pueden, querida.

Le devolví el artefacto con más violencia de la necesaria, el interior del auto me atrapaba de forma claustrofóbica.

──Ellos van a ver que soy una desertora, y estaré acabada ──creí pensar en voz alta.

──Pensaré en algo.

──Y lo dices tranquilo porque no será a ti al que lleven a prisión.

Freya tenía razón, no debería haber aceptado el trato con Karravarath, las cosas no me estarían explotando en este momento.

Pero El Vigilante no me había dado ninguna opción, y de todas formas me encontraría en esa calle cerrada.

Nunca debería haber entrado a los Centinelas, fui ingenua al creer que pertenecía ahí.

──Hoy por la noche sería mejor que lleves un vestido azul, Lessar dio la condición en la etiqueta ──comentó mientras seguía revisando quién sabe qué en su teléfono.

Su marcada indiferencia no debería haberme sorprendido como lo hizo, no debería haber calado en mí de ninguna manera.

──Detenga el auto ──le ordené al chófer.

──Esen, ¿qué haces? ──ignoré el desdén en el tono de Constantino.

El chófer obedeció, tan lento como para que su señor pudiera rebatir mi orden en cualquier momento, pero yo apenas esperé a que el auto estacionara para salir.

No me importó que estuviera lloviendo, y me aferré mejor a mi abrigo mientras pensaba en dirigirme a la estación e ir hasta la entrada de Val Trael.

──Esen, ¿dónde se supone que vas?

Constantino no tardó en alcanzarme, mojando su elegante traje de corte inglés, pero fue tan sensato como para quedarse a unos metros de mí.

──No te acerques, porque no iré a esa fiesta para que puedas usarme para jugar con los Lesac.

Constantino se colocó ambas manos en la cintura, en jarra, moviendo las solapas de su traje hacia atrás, miró hacia otro lado con hastío. Como si yo fuera una molestia.

Sabía que no tardaría en irse todo ese teatro de novio atento.

Antes de que pudiera volver a despotricar contra él, pareció captar algo al otro lado de la calle.

──Ese auto nos está siguiendo.

Rodé los ojos, muy dispuesta a marcharme. Constantino sostuvo mi brazo de forma suave.

──Esen, ese auto nos estuvo siguiendo desde que salimos de la empresa ──Un destelló pareció cruzar su mirada, más rápido que la gota que cayó desde sus pestañas──. Vieron a la princesa Alina salir de ahí, luego nos captan peleando en medio de la calle, ¿sabes lo que pensaran?

──Lo que sea, no me importa ──espeté, no muy segura.

──Se ve como si me hubieras encontrado en algo, o estuvieras haciendo una escena de celos ──explicó más para él que para mí──. Esen, sube al auto.

──Claro porque no quieres escándalos que te rodeen, a ti o a tu familia ──solté con rabia──. No quieres problemas con la familia real, pero no te viste nada afectado cuando tu estúpida novia iba a ser apresada.

Me libré de su agarre.

──Esen, deja de discutir y acércate ──ordenó sin medias tintas.

──Promete que no me entregarás, porque esa era tu parte del trato.

──Lo prometo, ya lo acordamos, solo deja de discutir ──Sus ojos violeta marcaron su hastío.

Volvió a tirar de mí, pero esa vez acepté y coloqué mis manos detrás de su cuello mientras él sostenía mi cintura.

Haría un acto para que el paparazzi no creyera que habíamos discutido.

──No quiero que vuelvas a tocarme ──amenacé en un susurro.

Constantino cerró los ojos para ocultar su molestia, y me besó con la misma rabia.

Cuando me separó, tuvo la suficiente decencia como para mirarme y no solo comprobar que el auto siguiera ahí.

──¿Contento?

──No, vuelve al auto.

Me separé, y Karravarath evitó tocarme mientras me abría la puerta del auto.

──A la mansión ──Fue todo lo que dijo al entrar.

Lo ignoré el resto del camino, me crucé de brazos mientras recostaba la cabeza en el cristal, después de un momento, la noche en vela me cobró horas de sueño, las advertencias de Freya, un presagio de susurros lúgubres que envolvían mis pensamientos.


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Hola, hola.

¿Qué les pareció?

¿Qué opinan de la actitud de Constantino?

Quiero leer sus opiniones❤

Trono de Cuervos Where stories live. Discover now