52. Constantino.

2.8K 237 59
                                    

52.

Esa misma noche, arreglé una cena en la mansión por el cumpleaños de Esen, al acceder a la base de datos completa de los Centinelas no había sido difícil sacarlo y me pareció una buena excusa para limar asperezas.

Elegí el salón principal, poseía el estilo barroco del resto de la casa, pisos de madera pulida, pesadas cortinas de terciopelo beige y mobiliario cargado de detalles y ornamentaciones, con una enorme lámpara de araña colgando en el centro del salón, que iluminaba la escalera principal que descendía a la sala y dotaba al lugar con ese juego lúgubre de luces y sombras característico de esa corriente.

Los primeros invitados ya estaban llegando, pero no había rastros de la homenajeada.

──¿Cuánto tiempo vas a seguir con esta farsa?

──Feriza, ¿no crees que una eternidad es demasiado tiempo para aferrarte a tus rencores?

Volteé para encontrarme con mi hermana de brazos cruzados, alardeando el mismo ceño altivo de nuestro padre.

La metí en una habitación contigua, un salón de lectura con un juego de sillones junto a la chimenea, e insonorizado.

──¿Qué es lo que quieres? ──exigí.

──¿Yo? Emborracharme, pasar una velada encantadora con mi familia.

Me serví un trago de whisky de una vitrina, si tenía que aguantar su mal humor lo necesitaría.

──¿No eras amiga de Esen? Quizás podrías hablar con ella, en lugar de ignorarla y hacer su tiempo miserable en esta casa. Digo, creí que ese privilegio lo guardabas para tu familia.

──Deja que Esen vuelva a Val Trael ──me amenazó de forma directa──. No sé qué busques con ella, pero estoy segura de que no es bueno.

──Ambos sabemos en qué estamos en esto.

──Esen confía muy rápido y demasiado, y tú lo sabes ──Alejó el vaso de mi mano para dejarlo sobre una mesa──. Te estás aprovechando de su confianza para encontrar... ¿Qué?

Le sonreí con paciencia.

──Extrañaba esa mente calculadora por aquí, hermanita.

──Todavía no sé cómo, Constantino, pero llegará el día en que me vengue de todo lo que hiciste ──juró en vano.

──La pequeña Feriza, siempre tan dramática.

Ella me observó como si quisiera arrancarme la piel del rostro, no tuvo tiempo de hacerlo cuando nos interrumpió una voz cantarina.

──Al parecer todavía no tuve tiempo de saludar como se debe a nuestra princesa.

El aire socarrón de Caín no fue bien recibido, pero Feriza tuvo mucho menos paciencia que yo cuando le partió mi vaso de whisky en la cara.

Ambos reclamamos, por diferentes razones.

──Eres un engendro del demonio ──se quejó Caín, después de comprobar que su frente sangraba, se serenó con un tono de mofa──. Deberías dejar ir el rencor, envejecerás pronto.

Trono de Cuervos Où les histoires vivent. Découvrez maintenant