23. Constantino.

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3.

Esen no volvió a dirigirme la palabra el resto del camino, ni cuando volvimos a la mansión, simplemente habló con los empleados como si yo fuera un ente y me cerró la puerta cuando intenté seguirla dentro de su habitación.

Me mordí los labios, sopesando la idea de tirar la puerta y obligar a Esen a hablar conmigo.
Por obviedad, no lo hice.

De igual forma, mi teléfono sonó con una llamada de Caín.

──Adivina qué nos trae las noticias.

──Sí, sí, vieron a Esen saliendo de Val Trael, ya lo vi.

──Te dije que tendrías que haberme dejado ir por ella ──espetó, más serio──. Pero no es eso, ayer tuve que pedir las cámaras, por si alguien ponía pruebas de que Rival se había ido con nosotros, Maeve es un poco... desprolija a veces.

Ignoré el sentido de eso, dirigiéndome a mi estudio.

──Bien, ¿y?

──Él no sabe nada, cree algunas cosas, pero la información que tiene son suposiciones suyas, Raizel no le contó nada.

──Bien, un punto menos ──decidí.

Eso nos ahorraría problemas prematuros con Lessar.

──Eso no es importante, en las cámaras vi a nuestra linda cuñada muy cariñosa con otro tipo.

──¿Raizel?

──La misma.

Solo Cas sería tan imbécil como para que lo engañaran en sus narices y no darse cuenta.

──Quiero que me des las cintas, hablaré con ella.

──Ya no estamos en tu tiempo, no hay cintas, hermano, y yo hablaré con ella.

──No puedes hacer lo que hiciste con Cavale ──le advertí──. Ni ser desprolijo.

──Sé lo que haré.

──Sí, me darás lo que sea que tienes y yo hablaré con ella, si puedo hacer que deje a Cas será suficiente.

Luego de eso Caín solo me avisó que no estaría disponible hasta la noche y, al entrar a mi estudio,cerré detrás de mí para no ser incomodado.

Comprobé la hora mientras aflojaba el nudo de mi corbata, decidí enviarle un mensaje a Cas para preguntarle dónde estaría Raizel y que le avisara que pasaría por ella.

᯽• ────── ೫ ────── •᯽

Llevé a Raizel hasta el Hotel del Gran Soberano, conocía al dueño y sabía lo receloso que era con mantener a la prensa lejos de sus instalaciones.

Su dueño era un viejo inglés nacido en la época victoriana, por lo que debía saber muy bien lo que era esconder toda la porquería detrás de una ilusión tan agradable como absurdamente extravagante, y así pasarla por elegancia.

Trono de Cuervos Where stories live. Discover now