Enfrentar los miedos

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—No sabes jugar limpio —se quejó Demian.

—Tú me enseñaste a jugar —respondió la pelirroja después de quitarse el casco.

Ahora era nuestro turno. Por supuesto que no éramos tan salvajes ni tan competitivos como ellos. Nunca hice motocross profesionalmente, a diferencia de Noah. Pero durante el tiempo que estuvimos juntos pasamos muchísimas tardes sobre una moto.

Dejé de pensar cuando vi a Ksenya caminando hacia nosotros con ese movimiento tan particular, como si fuera una Diosa y los demás sus súbditos. Seguramente Noah estaría feliz de cumplir cada uno de sus deseos. Se me borró la sonrisa de la cara, pero me concentré en algo: había logrado mi objetivo. Tenía puesta la ropa que dispusieron para ella, también llevaba un casco, lo había conseguido.

 Tenía puesta la ropa que dispusieron para ella, también llevaba un casco, lo había conseguido

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—La Diosa del caos no se asusta con una nimiedad —fue lo que dijo, chocando con mi brazo.

Noah comenzó a llamarla para que se subiera con él en la moto y por supuesto que de solo pensarlo me molestaba, pero tampoco iba a hacer otra escena como la ayer, peleándonos por su atención.

—Elige —salió de mi boca todo lo contrario a lo que mis pensamientos racionales querían—. Para ser honestas, él tiene más práctica que yo, así que si lo que necesitas es sentirte segura, adelante. —Señalé hacia Noah—. Aunque yo tampoco te dejaría caer.

Hice la aclaratoria sabiendo que ella iba a montarse con Noah. Había aprendido a conocerla, sus manos temblaban, seguro le estaba costando mucho mantenerse en pie con esa actitud desafiante que al menos en ese momento era solo un disfraz.

Demian dio instrucciones para los demás, aunque ninguno de nosotros pensaba en competir, o al menos eso pensé antes de que Noah llamara a la rusa y le dijera:

—Elígeme, ambos sabemos que eres una campeona, no querrás estar en el equipo perdedor. —Me señaló.

Y sabía cómo hacerme molestar, lo vi guiñarme el ojo en señal de tregua, para luego quedarse allí observándola hasta que tomara su decisión.

Me dispuse a montarme en la moto y a sacar de mis pensamientos a Noah, pero sobre todo, quería omitir la escena de la rusa montándose con él. No me quedaría mirando su elección. Mis ganas de ganar aumentaron por su estúpido comentario y me puse el casco.

Me mentalicé en la meta, en ganar, en dar la vuelta rápido y que se tragara sus palabras, hasta que sentí que alguien me abrazó por detrás como si su vida dependiera de ello.

—No me interesa ganar, solamente necesito que cuides de mí, por favor —oí la voz de la rusa, y sus exigencias por primera vez no eran órdenes, sino súplicas.

Apenas nos dieron la instrucción de arrancar, vi que Noah aceleró con más competitividad de la que presencié con Demian y Shantal.

Se lo estaba tomando en serio, quería derrotarme.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now