Último capítulo

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Clara nunca se había puesto a pensar en cómo se sentiría despertar en un hospital, había leído bastantes libros y estaba convencida de que lo primero que notaría sería el pitido de una máquina, o las paredes blancas de la habitación. Así lo describían siempre en las novelas que leía, por lo que solo asumió durante toda su vida que, de encontrarse en esa situación, eso sería lo primero que vería o escucharía. Sin embargo, la realidad es que al despertar ni siquiera le importa dónde está, no se concentra en identificar el lugar, ni le interesa prestar atención al pitido, que aunque está ahí no destaca.

Lo que siente es... nada. Una nada mezclada con todo. Un dolor punzante en su cabeza, un olor extraño en la punta de su nariz y en lo profundo de su boca. No siente su cuerpo, pero eso es solo al inicio, pronto mueve un dedo, después otro, pero está cansada, así que se detiene ahí. Tiene lagañas en las pestañas, las puede sentir cuando intenta abrir los ojos para ver a su alrededor, algo que le toma varios segundos, porque el simple movimiento es todo un reto.

El olor de la habitación fue lo que la hizo sentirse un poco más despierta. Es entonces que sus sentidos se avivan, porque así no huele su casa, ni tampoco su habitación, ni las de sus hermanos. Ahora, con su conciencia más presente, es que los verdaderos esfuerzos por despertar por completo dan inicio. Al principio le costó trabajo, porque sentía que estaba sola dentro de alguna especie de bruma, pero más tarde se facilitan las cosas, porque ahora hay doctores, rodeando su cama, explicándole en voz calma y tranquila que todo está bien. Clara escucha como algo se desliza a su lado, no puede voltear el rostro, pero es con su visión periférica que nota como una cama está siendo retirada de la habitación, hay alguien acostado en ella, pero poco le importa, se vuelve a concentrar en mirar al techo e intentar que su mente se adapte a lo que ocurre.

—¿Estás aquí? —preguntó Dominic, sus ojos estaban inundados de lágrimas— ¿De verdad estás aquí? —estaba en el marco de la puerta, ya habían pasado bastantes horas desde que Clara despertó y por fin le permitían recibir visitas. Cuando Clara levantó un poco el rostro para mirarlo, el chico sonrió y se adentró en la habitación seguido de un menos lloroso pero igual de feliz Kian.

Clara tenía la garganta reseca, pero, para su sorpresa, podía articular una que otra palabra. Dominic le dijo que se debía a que había despertado antes, hacía algunas semanas y que había conversado un poco con ellos.

—¿Desperté antes? —para ese punto seguía sin acostumbrarse a su voz ronca, ni al dolor en su garganta. Y más difícil aún era no prestar atención a la presión que sentía en el pecho, una sensación molesta y pesada que esperaba se marchara pronto.

—¿No lo recuerdas? —preguntó Kian. Clara negó— ¿No recuerdas nada? —preguntó ahora con más cautela, Clara notó un tono cómplice, como si la pregunta significara más. Pero de vuelta negó. Sus hermanos se miraron entre sí, y daba la impresión de que se ponían de acuerdo con ese simple gesto— Está bien, no importa. De cualquier modo no pasó nada, solo balbuceaste tonterías —dijo Kian, y segundos más tarde se aclaró la garganta incómodo.

Clara estaba cansada, lo suficiente como para que no le importara en lo absoluto la pequeña conversación que había tenido con sus hermanos. Era bueno haber despertado, pero al parecer volver de un coma era algo complicado, porque en esos momentos, se sentía vacía, triste y la presión en su pecho seguía sin marcharse, de hecho, se acentuaba. ¿Estaría aún enferma acaso?

Sus padres y sus hermanos estuvieron atentos a ella durante los siguientes días, decían que querían cuidar de ella, pero Clara tenía la impresión de que más bien se debía a que temían que de un momento a otro volviera a quedar inconsciente. Pobrecitos, pensaba Clara, seguro la pasaron muy mal en ese tiempo. No podía culparlos por su actitud nerviosa y su sobreprotección, si ella estuviera en su lugar, también intentaría estar lo más pendiente posible de sus hermanos.

¡Estoy dentro! | Jasper HaleWhere stories live. Discover now