Capítulo 20

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Jasper sostenía el teléfono en la mano derecha, mientras que con la izquierda hacía un pequeño rayón en la mesa de madera, estaba nervioso. El primer timbre sonó, y esto le hizo sentirse contrariado, deseaba que respondiera rápido, pero al mismo tiempo esperaba que el momento pudiera alargarse lo más posible.

—¿Hola? —respondieron.

El número era desconocido, al menos para la persona al otro lado de la línea. Jasper jamás había mencionado la existencia de esa propiedad, ni mucho menos había realizado llamadas desde el teléfono instalado en esa casa. Jasper cerró los ojos al escuchar la voz, ¿era esto buena idea? Los quejidos de Clara en la habitación de arriba lo hicieron disipar cualquier duda.

—¿Estás solo? —preguntó Jasper. Al otro lado se hizo el silencio, uno que bastó para que el vampiro escuchara el motor del automóvil en el que la otra persona viajaba.

—Sí.

—Yo... —Jasper bajó la mirada. Esto le costaba trabajo, pero no tenía otra opción— Carlisle, necesito tu ayuda.

—¿Estás bien? —la preocupación de Carlisle fue inmediata, algo que a Jasper le provocó un dolor profundo. La traición cometida contra su familia era imperdonable, y ahí estaba, pidiéndole a su padre que le ayudara— Es Clara —dedujo el hombre casi al instante. Sabía que ella era la única persona que podría hacer que su hijo realizara esa llamada.

—No sé qué le pasa —dijo Jasper. Se recargó en la chimenea, y se cubrió el rostro con la mano que tenía libre—. Estaba bien. Ayer parecía un poco débil, pero creí que era por todas las emociones que tuvo que vivir...

Carlisle tuvo que pedirle que se calmara. Jasper sonaba aterrado, algo poco común en él. Aunque, no hacía falta más que recordar aquella vez en la que Clara estuvo internada en el hospital para darse cuenta de que hasta la más mínima cosa lo alteraría si se relacionaba con Clara.

—No puede ver nada —dijo Jasper—. Despertó ciega. ¿Qué hago? ¿Puedes venir a revisarla? Carlisle, no sé qué hacer —su espalda se curvó, era como si todo el dolor que sentía por lo que le pasaba a la mujer que amaba lo estuviera empujando hacía el suelo.

—Vas a tener que traerla —dijo Carlisle—. En el hospital tengo todo lo necesario para atenderla —ambos sabían lo que eso significaba.

Carlisle aguardó por un instante. Lo cierto era que si Jasper se negaba a llevar a Clara a Forks, él estaba dispuesto a ir a atenderla a cualquiera que fuera el lugar donde estaban escondiéndose. Pero prefería evitarlo. No quería ver el lugar en persona, porque sería incapaz de guardar sus pensamientos para sí mismo, lo que llevaría a Edward a dar con su paradero. Y si Edward decidiera contárselo a Alice, entonces todo se saldría de control.

—Estaremos ahí lo más pronto posible —dijo Jasper. Estaba por colgar, pero se detuvo, al otro lado, Carlisle esperó—. Gracias. De verdad... Yo... Gracias, Carlisle.

—Ustedes también son mis hijos —dijo Carlisle. Jasper sintió como la culpa crecía con mayor ímpetu en su pecho—. Te veo pronto.

Eran las diez de la mañana cuando llegaron al hospital. Los pacientes seguían en sus habitaciones, los familiares que aguardaban en la sala de espera estaban sentados y tranquilos, era un día entre semana en un pequeño pueblo de pocos habitantes, por lo que el ambiente no era tan ajetreado como en poblaciones más grandes. Todos estaban en asombrosa calma e ignoraban a la pareja que acababa de entrar al establecimiento, la doctora que les vio caminar de forma presurosa se sorprendió por el hecho de que nadie prestara atención, pues Jasper Hale -conocido como uno de los hijos adoptivos de Carlisle Cullen, y por consiguiente, un joven muy famoso en la comunidad- llevaba en brazos a una chica y pedía, si no es que más bien exigía, que le dijeran dónde estaba Carlisle.

¡Estoy dentro! | Jasper HaleWhere stories live. Discover now