Capítulo 1

5.1K 399 83
                                    

El estruendo fue colosal, se extendió por cada rincón posible, y alertó a las casas aledañas. Kian y Dominic salieron de sus habitaciones, se miraron el uno al otro y corrieron escaleras abajo sin dudarlo. Cuando salieron de la vivienda lo primero que notaron fue el ruido, era aberrante, un chirrido metálico que les impedía pensar con claridad. Vieron el auto de su madre, con ella y su padre dentro, los faros estaban encendidos y ni siquiera habían apagado el motor, por lo que era fácil deducir que acababan de llegar; parecían estar bien, y el auto estaba en perfectas condiciones, entonces, ¿de dónde venían el humo y aquel ruido tan molesto?

Su padre bajó de inmediato del coche, su piel se notaba pálida, y había un leve temblor en sus manos; sus ojos y los de sus hijos se encontraron por unos segundos pero no les prestó atención, sino que corrió hacia atrás, rodeando el vehículo, y continuó su trayecto por el lado derecho de la casa, llegando hasta la banqueta y perdiéndose de vista. Kian lo siguió, en pocos instantes el humo ya comenzaba a envolverlo a él también, haciendo difícil respirar. Pero aún así, fue capaz de verlo...

—¡Dominic, llama a una ambulancia! —pidió, y corrió para cerciorarse de que la persona estuviese viva.

En el vecindario Jardines de Hidalgo no tardaron en aparecer personas curiosas, ya fuese aún en sus ropas de diario o en pijama. Les había tomado escasos segundos salir de sus casas, cruzar sus patios y aproximarse a la escena. Veían el muro exterior de la biblioteca de los Muller dañado, de él aún se desprendían algunos trozos del material y caían al suelo; les tomaba otro segundo ver al muchacho que yacía inconsciente. Se tapaban la boca con asombro, cuchicheaban entre ellos y se mantenían reacios a acercarse demasiado, parecía que el ruido que la motocicleta emitía les provocaba desconfianza, lo que por ahora los hacía permanecer a una distancia prudente.

"Se ve tan joven", y lo era, de tan sólo veintidós años.

"Creo que está muerto, mira toda esa sangre", y era mucha, la sangre se había extendido por toda la banqueta, incluso había bajado de ella, y en este momento continuaba su camino por la carretera. Salía de las heridas en su cráneo, de su brazo y de su pierna, esta última estaba rota.

"Esas máquinas solo provocan tragedias, la gente que las maneja se expone demasiado", sin embargo, esta tragedia estaba muy lejos de haber sido provocada por una motocicleta.

Frase tras frase, se dedicaron a correr la voz sobre la trágica escena. Algunos, los que de forma genuina se preocuparon por el muchacho accidentado y por la familia Muller, ofrecieron su ayuda; en especial, en el momento en que Kian se sostuvo de la pared, y le gritó a su padre que ese era el hermano de Lucía.

La ambulancia llegó en quince minutos, fue rápido, pero no lo suficiente, porque cuando llegaron el corazón de Jason se había detenido.

Y en lo que los paramédicos luchaban por salvarlo, un grito se escuchó desde la biblioteca de los Muller. Por fin habían encontrado a Clara, pues con todo el caos que el accidente de Jason había provocado, les tomó varios minutos reaccionar ante el hecho de que la joven no estaba con ellos.

Esa tarde, el corazón de Jason se detuvo dos veces, y las mismas dos veces fueron capaces de traerlo de vuelta.

Esa tarde, dos ambulancias salieron del vecindario, y dos familias se reunieron en la sala de emergencias.

Y esa noche, las dos familias se consolaron mutuamente, cuando los médicos les explicaron que sería mejor que se despidieran de sus hijos, porque no podían prometer que alcanzarían a llegar al amanecer.

╰☆☆╮

Una cosa se destacaba por encima de todas las demás, y era tan fuerte que interrumpió de forma constante los pensamientos de Clara: el frío. Fue como si hubiese regresado a Inglaterra, en temporada de invierno, vistiendo la ropa que se usa en México, que es bien conocido por ser un lugar cálido. La joven en ese momento se encontraba acurrucada contra un árbol, temblando y mirando a la nada, sus ojos se habían llenado de lágrimas, y estas escurrían por su rostro confundiéndose con las gotas de lluvia que caían de vez en cuando sobre ella. Se abrazaba a sí misma, en un esfuerzo inútil por recuperar algo de calor.

¡Estoy dentro! | Jasper HaleWhere stories live. Discover now