Caos en mi interior

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Lo siguiente que recuerdo es pedirle al señor Ulises que se parara en un automercado de 24 horas, y salir corriendo hacia la parte de licores para comprar una botella. Caminé por cada estante a ver si conseguía vasos de tequila, y logré la misión. Luego, fui por la sal y el limón.

Siempre me han gustado las primeras veces, como si la vida se resumiera en eso. La primera vez que besas, o que tienes sexo, la primera vez que te enamoras, o la primera vez que alguien te rompe el corazón... es algo único, algo que no se repite aunque ni siquiera hubieses querido.

No solo se trata de vivir esas experiencias, a mí me gusta más acompañar a otros por ocasiones especiales que se convertirán en memorables para su existencia, incluso cuando yo no esté. Tal vez en unos años ella no recordará a Sophia, pero recordará que una noche, una chica demente corrió por un supermercado y la acompañó en su primera vez. Eso es bonito, aunque no recuerde mi nombre. Me basta ser la compañera de esos instantes que se vuelven inolvidables. Bueno, inolvidable fue para mí cuando llegué con las manos vacías porque había olvidado que tengo diecinueve y no veintiuno, y por ende... no puedo comprar alcohol. Me sentí avergonzada.

Yo también había tomado mucho, así que llamé a Ulises y en secreto, bajito, le dije lo que había ocurrido.

Muy bien.

Él se encargó de completar la compra y entregárnosla. Mientras la rusa me preguntaba una y otra vez qué le había dicho a Ulises.

—No tiene la edad —respondió él para que Ksenya se callara, aunque ella solo se acercó muchísimo a mí. Más de lo que debería ser permitido por las leyes de las heterosexuales.

—Un recordatorio de que eres una bebecita.

—Eso no lo decías mientras te tocabas frente a mí —respondí bajito para que no nos escucharan.

—A que te he marcado, ¿eh? —me fastidió de nuevo, mientras servía el tequila exigiéndole al chofer que disminuyera la velocidad—: Tú primero.

—Yo no puedo beber más, estoy que vomito.

—¡Deténgase! —les gritó—. ¡Este momento es épico! Quiero recordarlo, ¡hoy gané! Soy la mejor... pero ella si se concentra... puede ganarme —aseguró, seria—. Será un problema para después.

Detuvieron la camioneta, tal y como lo pidió. Luego, la vi comiendo el limón, después la sal y de último el tequila.

—Lo hiciste mal. —De pronto estaba enseñándole—. Primero lames la sal, luego, te tomas el trago de tequila y de último... —Me tomé el tequila de un golpe y lo sentí quemándome la garganta antes de morder el pedazo de limón que tenía en la mano—. ¡De último el limón!

El chofer volvió a manejar hasta que llegamos al hotel. Subimos solas a la habitación y el señor Ulises me pidió que la controlara, lo que no sabía es que sería yo quien perdería el control.

Entramos y lo primero que hice fue poner música. Puse Completamente – Thegiornalisti, y como si estuviera en automático recordé a Julie. Intenté sacarla de mi mente, pero como un acto inconsciente me metí en su Instagram. Quería saber si había llegado bien y sí, ya estaba en casa. Vi una fotografía de ella con Benjamín en la sala del comedor.

Me puse a stalkearla y vi algo que llamó mi atención. Algo que tal vez no me esperaba y que tampoco debía importarme porque no éramos nada. Pero su última foto de hacía tres días, en el campus de su universidad, tenía un like y no, no es buena idea revisar los likes de tu ex, ni molestarte por ello. Pero allí estaba: @BelenSk25. Me metí de inmediato porque no salía el apellido y porque Julie no había hablado con ella desde la graduación. Cuando entré me di cuenta de que su cuenta era pública.

El capricho de amarteDove le storie prendono vita. Scoprilo ora