Se acabó el juego

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Salté de mi cama y le quité mi dibujo. Esta vez fui yo quien la arrinconé hacia la pared.

-¿Y si me provoca el lomito? -fastidié y por primera vez quise picarla. No se lo esperaba. La vi retrocediendo, quería separarse de mí y me pegué más a su cuerpo-. ¿Cómo resolverías eso?

Me quedé mirándola por casi un minuto y ella me mantuvo la mirada.

-Te conseguiré uno, y aunque no tendrá la misma calidad, te aseguro que sabrá mejor que comer pan duro y seco todos los días -contestó, deteniendo el suspenso y clavándome sus ojos azules grisáceos-. Yo no soy para ti, así que no te enamores. ¿Entendido? -Esbozó una media sonrisa.

Me separé de ella riéndome, no podía entender cómo su ego iba tan lejos.

-Estoy enamorada y te puedo asegurar que Julie puede ser cualquier cosa menos frígida, o común. Siento que se caerían bien, incluso, serían buenas amigas.

-Hablemos de tu dibujo, ¿es una secuencia del que te compré?, ¿el que no querías vender?

-Rueda de prensa en treinta minutos y tú sigues desnuda -evadí su pregunta, y añadí-: Cámbiate y nos vamos, yo voy a bañarme. Hoy tu entrenador quiere que entrene con ustedes, ¿está bien para ti?

Me cargó en sus brazos como una demente y ni siquiera entendía qué le estaba pasando cuando comenzó a dar vueltas conmigo en sus brazos hasta lanzarnos en la cama.

-¡Es la maldita mejor noticia que he escuchado en mi año! ¡Venga! Vístete rápido.

-Deja de maldecir -contesté, tratando de disimular mi sonrisa.

Pensé que tal vez no querría compartir a su entrenador y me sorprendió que para ella fuera tan importante que yo quisiera entrenar con ellos, pero no dije nada.

-¿En cuánto me vendes ese dibujo? -La escuché gritar desde su lado del cuarto que estaba separado por una pared.

-¡¿Es que acaso también quieres comprarme a mí?! Capitalista.

-El socialismo comparte, Pierce, así que lo tuyo es mío y ese cuadro lo guindaré en mi habitación, después si cambias de idea me das un monto en dólares o euros, o bitcoins, como prefieras. ¡Mientras, es mío! Perdón, quise decir ¡nuestro!

Me metí a bañar mientras ella se cambiaba, siempre tardaba mucho más que yo. Pero cuando ya estaba secándome, tocaron a la puerta. Imaginé que se trataba de su cita sexual de la noche anterior.

-Lo siento, este es un lugar privado y no puedes estar aquí. -Escuché decir a Ksenya.

Me apresuré a secarme rápido, tal vez se trataba de la prensa, o de algún admirador y en esos casos debía llamar a seguridad.

-Vine a buscar a mi novia.

Tomé aire mientras me preparaba mentalmente, aun reconociendo su voz entre miles de millones de voces, una parte de mí no se lo creía.

-Tu novia está en horario laboral, se te agradece volver después o mejor no volver.

-¿Qué crees que estás haciendo?

-Más que tú, claramente, que para ti ya hiciste suficiente, ¿no te parece? -Escuché responder a la rusa.

Salí con la toalla porque no iba a permitirle que la botara, pero al parecer eso solo hizo que Julie confundiera más las cosas.

-¿Te estás acostando con ella? ¿Por eso su ataque de celos? Prefiero saberlo y te prometo que me voy.

-¿Qué hablas, niñita? No juego en tu liga, si no ya Sophia sería mi puta, te lo aseguro.

El capricho de amarteWhere stories live. Discover now