Capítulo 6 | Anya

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—¿Qué hacemos con ella? —pregunta Willa, sus manitas todavía sosteniendo un arma que es casi más grande que ella.

Los tres me miran, incluyendo el gato. Comienzo a temblar, sintiendo un miedo atroz. Si quisieran, podrían acabar conmigo con solo chasquear los dedos. Si un monstruo de huesos y sombras no les ha supuesto ningún problema, yo debo de parecerles igual de endeble que una muñeca de cristal.

Un arma. Necesito un arma para defenderme.

Solo tengo que levantarme y coger una. Pero estas estúpidas piernas no paran de temblar. Son tan inútiles...

—Yo propongo matarla —sugiere Willa, y un nuevo latigazo de terror me sacude—. Podemos dejarla junto al cadáver del daemon. No notarán diferencia.

Mi estómago se sacude. Ellos realmente van a hacerlo.

No estaba paranoica.

Tienen intención de matarme.

Dorian deja de prestar atención a la conversación. Coge el cuchillo con el que le ataqué y rasga parte de sus vaqueros por la zona de la herida. Me alivia un poco que su prioridad ahora mismo sea no morir desangrado y que le dé igual si vivo o no. Pero Midnight me mira con sus ojos azules mientras mueve la cola, como si estuviera de acuerdo con el plan de la niña, mientras que Willa sonríe al acariciar el arma. Da la impresión de que buscaría cualquier excusa para utilizarla nuevamente.

—Hay que llevar al daemon a Central Park para que lo encuentren —ordena Dorian, mientras se desabrocha el cinturón de sus vaqueros para hacerse un torniquete. Su voz ha sonado muy débil y cada vez está más pálido y sudoroso.

—A esta hora estará lleno de gente —se queja Willa.

—Eso no te supondrá ningún problema.

—¿Y el dueño de la armería?

—Seguro que en la trastienda. Muerto. No vamos a destrozarlo como uno de los cadáveres de Central Park, así que lo dejaremos tal y como está.

A pesar del terror que amenaza con consumirme, mi cerebro funciona a toda velocidad.

Prácticamente están reconociendo que ellos son los autores de los asesinatos que han sacudido a la ciudad de Nueva York. Todos esos cuerpos mutilados e irreconocibles, esparcidos por todo Central Park, han sido obra de ellos. Y ese cadáver que encontraron no hace mucho de un animal del que no se tenían registros, ¿era como este monstruo de huesos y sombras?

¿Pero por qué quieren exhibir lo que han hecho en Central Park? ¿Acaso no es mejor hacer desaparecer todo rastro que pudiera incriminarlos? ¿Y si están tan enfermos que simplemente disfrutan sembrando el miedo?

Trago saliva, notando la bilis en mi boca. Estoy a punto de vomitar.

—Aun así, tenemos que hacer algo con ella. —Willa me señala con la barbilla.

—Debemos irnos de aquí —expresa Dorian—. Antes de que venga alguien.

Oh, esto me muero por verlo. ¿Cómo van a llevar ese monstruo a Central Park sin que nadie se percate de ello? Porque en los últimos asesinatos no hubo ningún testigo y dudo mucho que quieran romper ese patrón ahora.

—¿Y nos la llevamos? —pregunta Willa—. Un cadáver es más manejable. Y más seguro.

Una nueva punzada de miedo.

—Willa —escupe Dorian en una advertencia.

—Está demasiado involucrada en esto, Dorian. Y dijiste que ella no parecía saber nada del escudo. No sé si valdrá la pena el riesgo.

Un reino de oscuridad y escarchaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt