Capítulo 2 | Dorian

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Nadie nace siendo un monstruo. Se hacen a sí mismo.

Con cada decisión tomada y cada acto que se obligan a realizar, pierden un poquito más su humanidad. Protegen el corazón con un muro construido por carámbanos que lo recubre por completo. Poco a poco, el muro se vuelve más grueso para que nadie lo atraviese, aunque eso implique dañar a otras personas. Pero llega el día en el que el hielo sustituye a ese músculo que bombea sangre.

Ya no hay corazón que proteger, solo frialdad, escarcha y crueldad.

Y yo soy el mayor monstruo que existe en Eirlys.

No lo digo por orgullo, vanidad o arrogancia. Simplemente estoy revelando un hecho.

Por eso, no me cuesta nada alzar a aquel saco de huesos, músculos y piel, sujetándolo por la garganta y dispuesto a acabar con su vida. Está tan destrozado que ni siquiera puede sostenerse a sí mismo. Sé que no puedo obtener nada más de él, así que decido terminar con su sufrimiento de una forma rápida.

La hoja afilada de Ruhiel corta con facilidad el cuello del immortālis, degollándolo en cuestión de segundos. Su sangre me salpica.

Lo suelto y él se desploma sobre el suelo. Su cuerpo convulsiona en violentas sacudidas mientras un sonido desagradable escapa de su boca, como si se estuviera ahogando en su propia sangre. Sus ojos están completamente abiertos de horror.

Es la mirada de quien está a punto de encontrar con la muerte.

Espero, notando cómo su sangre se enfría en mi cara y ropa. Deslizo una mano por mi boca para no probar el sabor del cobre y el óxido, y termino embadurnándome aún más. Chasqueo la lengua. Tendré que darme una ducha cuando regrese al apartamento y tirar este suéter a un contenedor.

Últimamente he descubierto más espías de lo habitual en la ciudad de Nueva York. Es usual el juego del espionaje entre cortes, pero esto... Esto es excesivo. Es como si por cada paso que diera, surgieran tres nuevos soplones de debajo de las piedras. ¿Cómo lo harán para aparecer con tanta rapidez? ¿Se esconden detrás de cubos de basura todo el día y se cambian de turno al llegar la noche? Es absurdo.

Los immortālis conviven con los humanos desde hace años. Y cada vez son más los que deciden hacer vida normal entre ellos, camuflándose, levantándose temprano para ir a un trabajo ordinario y saliendo por la noche con sus amigos mortales. Eso no está mal. Si yo pudiera, también me alejaría de la complejidad de Eirlys y de las intrigas palaciegas.

El problema es que muchos de ellos llevan una doble vida.

Contable de día. Espía en las sombras.

Agente de bolsa de lunes a viernes. Delatador siete días a la semana.

Guardias de veinticuatro horas. Soplón por las noches.

Alguien se está demasiadas molestias en vigilar mis movimientos y no está teniendo cuidado ninguno en ocultarlo. ¿Para quién trabajan? ¿Cuál es la corte que ansía conocer mis pasos? Por mucho que los torture, nunca revelan la información que necesito.

Y después está aquel daemon...

Willa y yo tuvimos que dejar su cadáver completamente destrozado en Central Park, esperando que lo confundieran con un lobo enorme o un oso. Las teorías conspirativas no tardaron en aparecer al día siguiente.

¿Quién tuvo la genial idea de dejarlo pasarlo desde Eirlys? Seguro que fue Silas. A ese maldito vejestorio solo le queda una neurona.

En cualquier caso, este trabajo ya está hecho.

Willa se ocupará del cadáver y yo tengo que volver a Nueva York.

Estoy a punto de agacharme para limpiar la daga cuando escucho un sollozo.

Un reino de oscuridad y escarchaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن