Epílogo

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Epílogo


Corría por una pradera. El pasto estaba alto pero no lastimaba, acariciaba con suavidad mi piel. El viento de la brisa y de mi correr golpeaba en mi cara, sentía mis cabellos ondularse a su compás. Había sol, estaba de frente a mí. Parecía que corría hacia él. Los rayos impactaban en mi rostro, sentía su calidez. Sin embargo, no me cegaban, podía ver con claridad a mi alrededor.

Me sentía libre. Me sentía en paz. Y por alguna razón, también me sentía protegida.

Escuché un aullido de lobo en la lejanía. Entendí entonces esa sensación. Miré a mi lado izquierdo, entre la hierba un lobo de un color negro chocolate corría con velocidad. Me di cuenta de que no era completamente de ese color, tenía zonas blancas, como sus patas, como si tuviera puestas unas medias, y también en su pecho, cerca de su corazón y cubriéndole la panza. Sus ojos del mismo color que su pelaje se giraron hacia mí. Una mirada cálida y familiar. Supe que aquél lobo era el que había aullado recién.

Otros le respondieron al cabo de unos segundos. Miré a mi otro lado, puesto de que ahí había venido la respuesta. Había un coyote corría, un zorro de un anaranjado suave que parecía tener una maraña de colas, otro lobo con un pelaje de un color gris y dorado, y otras dos presencias a lo lejos, que no visualizaba bien qué animal eran. Todos ellos le devolvieron el aullido, como si estuvieran contestándole.

Parecía que el lobo marrón preguntaba "¿dónde están?", y los demás respondían "aquí, a tu lado". Yo también aullé. Sonó genuino.

Continuamos corriendo, todos en armonía. Hasta que llegamos a un claro. La hierba era más baja, y había un lago de aguas azules hermosas. Todas las figuras se acercaron a beber, yo hice lo mismo. Fue ahí cuando fui consciente de mi forma.

El reflejo en el agua me devolvía la imagen de un lobo blanco. Y así, desperté.





Abrí los ojos. Algunos rayos de sol entraban por mi ventana, adornando mi cuarto. Me desperecé rápidamente. Noté a mi alrededor que Scott no estaba, sin embargo la ventana seguía cerrada. Me levanté, estirando mis brazos y espalda. Sentía un gran alivio al pensar que ya no había amenaza sobrenatural por la que estresarme. Sonreí sin poder evitarlo.

Escuché unos pasos. Me incorporé en la cama. Stiles apareció en el marco de mi puerta. Estaba ya vestido, con una remera básica simple, unos jeans y una camisa a cuadros encima. Me deseó buenos días e informó que Scott estaba abajo, haciendo el desayuno. No mencionó nada sobre él apareciendo en casa, aunque no es sorpresa. Varias veces Scott, Derek y Malia se quedaban a dormir, sin que los demás de la casa supiéramos, y simplemente aparecían a la mañana. Ya estábamos acostumbrados a su presencia.

Me cambié de ropa, eligiendo una remera holgada de color azul marino y unos jeans oscuros. Me peiné y maquillé un poco, ordené las cosas para ir al instituto y bajé a la planta baja a llenar mi estómago. Como Stiles había dicho, Scott estaba ahí de pie junto a las hornallas. La tostadora estaba a un lado, y por el ruido que hacía supuse que había puesto pan para tostar. En las hornallas, estaba haciendo varios huevos fritos y un poco de tocino.

En la mesa, habían cuatro vasos de vidrio, algunos con jugo de naranja y otros con agua. Papá estaba sentado en su usual lugar, bebía de su vaso y comía unos huevos revueltos, tocino y una tostada con mermelada. Tenía la boca llena cuando bajé. Me dirigió la mirada y tras tragar, señaló a Scott, que al estar de espaldas no me había visto aún, pero seguramente gracias a sus sentidos sobrenaturales ya sabía que estaba ahí.

—Ustedes, hijos míos, nunca me hicieron un buen desayuno. —se quejó, agarrando la tostada y dándole otro mordisco. Scott rió suavemente. Stiles apareció de repente, saltando los últimos escalones.

Monsters In Disguise [Teen Wolf]Where stories live. Discover now