Monsters In Disguise [Teen Wolf]

16. De regreso a la Casa del Eco

16. De regreso a la Casa del Eco. (Sigo sin extrañarla)
2da parte

—Vacíen sus bolsillos en el contenedor.

—Venimos a ver...

—Vacíen sus bolsillos en el contenedor. —repitió el recepcionista con uniforme de enfermero. Debían estar cortos de personal para que uno del área de la salud esté haciendo las tareas de la entrada principal. El hombre no era particularmente amable o cálido para una recepción, pero no puedo culparle. Eichen no es un lugar que trasmita mucha comodidad o calidez.

Viendo que el hombre no nos daría indicaciones antes de que vaciemos los bolsillos, cada uno metió sus manos en los mismos y dejamos nuestras pertenencias. Yo dejé mi celular y las llaves de casa, junto a unas pocas monedas. Scott dejó lo mismo, y Stiles también, sumándose las llaves del Jeep. Lydia dejó directamente su cartera.

—El cinturón. —aclaró el hombre, mirando a Kira. Ella se tensó. Su cinturón era su espada, podía entender si se sentía incómoda al dejarla. Después de todo, es una parte de sí, de sus habilidades de kitsune.

—Eh... No puedo. Lo necesito. —el hombre alzó una ceja, un tanto confundido y un tanto cansado. No debía ser la primera vez que lidiaba con algún inconveniente similar—. Es parte del outfit. —agregó, aunque no ayudó a su caso.

—Deje el cinturón, señorita, porque en caso contrario, los pacientes querrán arrebatárselo para estrangularse a sí mismos o a los demás. —indicó el enfermero con una sonrisa falsa y de aire de superioridad.

Kira suspiró derrotada — Bien. Entendido. —y de un sólo movimiento, deslizó su espada/cinturón de su pantalón y lo dejó en el contenedor con las demás cosas.

El enfermero guardó el cajón de plástico en un estante detrás. Todos nos giramos hacia la puerta que se acababa de abrir a un costado, menos Stiles que parecía tener fijada su mirada en nuestras pertenencias. Como si hubiera visto algo que no debía haber dejado. No tuve oportunidad de preguntarle. El señor que apareció en frente nuestra era un guardia de seguridad. Nos indicó mediante gestos que le siguiéramos.

Caminamos casi en fila por el pasillo izquierdo hasta llegar a una puerta de madera que daba pie a unas escaleras de doble fila. El señor comenzó a bajar mientras nos contaba que aquello lo hacía como un favor que le debía a Deaton pero que realmente no estaba de acuerdo con que unos adolescentes bajasen a la zona sobrenatural de Eichen.

—¿Cuál es el protocolo para hablar con este tipo? —interrogó Stiles, adelantándose unos escalones para poder escuchar bien la respuesta del guardia—. Digo, ¿tenemos que girarnos o verle el otro ojo?

—Yo no lo haría. —respondió el hombre—. Mientras estén ahí abajo... Traten de no tener contacto visual con nadie, ni nada.

Stiles tragó con dureza y luego asintió. Continuamos bajando hasta la última planta. Otra puerta de madera nos abría a una parte más extraña de Eichen. La luz parecía haber disminuido bastante en la zona, apenas habían focos ahí. Las paredes eran de cemento gris, como si no se hubieran gastado en embellecerlas con cerámicas. Habían unas muy pequeñas ventanas en la parte superior de una de las paredes. Sin embargo, no parecían poder abrirse. El aire era denso, eléctrico casi.

El guardia pasó su tarjeta de seguridad por un control. Eran unas rejas simples, probablemente electrificadas, que daban acceso a un pasillo igual de lúgubre y aburrido. Con cada paso que daba, sentía unas extrañas náuseas en mí. Al principio pensé que era solo yo, que mi cuerpo no estaba tolerando tener que volver al Eichen como si me estuviera diciendo a su manera que me detuviera y que escapara de ahí. Mis piernas incluso empezaron a fallar, casi tropezándome. Me detuve un momento, ya que sentía el rostro cubierto de sudor y las náuseas se intensificaron tanto que el pasillo parecía estar dándome vueltas. Tras unos segundos quietas, alcé mi mirada y enfoqué mi visión. Kira y Scott estaban igual de mal que yo. Con respiraciones agitadas y sudor recubriendo sus frentes. Aunque ellos parecían tener mucho peor aspecto.