56. Memories

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56. Memories

Ni bien indicó que tenía el aroma de la Bestia, mi mejor amigo, con fuerzas renovadas pero temporales, salió de la biblioteca sin pensar demasiado y caminó por los pasillos hacia la salida. Miré a Malia y a Braeden, preguntándoles silenciosamente qué hacer. Scott parecía decidido a seguir el aroma de la Bestia y no estábamos en condiciones de seguir luchando.

—Iré con él. —suspiró Liam, agarrando trote para alcanzar a Scott.

—Ve. —indicó Malia, ante mi confusión sobre a dónde ir. Mis ojos observaron a toda la gente de la biblioteca, aún escondidos. Mi amiga suspiró—. Con Breaden nos encargaremos de ellos. —aclaró, tranquilizándome. Miré sus ojos marrones. Le sonreí.

—Gracias, Mal.

Y proseguí a seguir a los dos lobos de mi manada. Apuré mi paso, aprovechando que mis piernas y mi cuerpo aún no me fallaban (sentía que en cualquier momento me desplomaría al piso y no habría grúa existente que pudiera levantarme). Encontré a ambos en el estacionamiento, Liam llamando el nombre de Scott, pero el susodicho estaba muy enfocado paseando entre los autos.

—¡Scott! —se detuvo un segundo ante mi llamado—. Espera, estás herido. Déjame... —quise convencer, tomando ventaja de que había dejado de moverse al escuchar mi voz para así alcanzarle. Al estar más cerca, notaba su respiración agitada, sus ojos bien abiertos... Estaba agotado y parecía no estar pensando con claridad.

Parecía ni escucharme. O al menos, no prestó atención a mi comentario. Se giró hacia su espalda y miró el auto negro que tenía detrás. Liam y yo nos acercamos aún más. Antes de que pudieramos preguntarle qué ocurría con el automóvil, la mano de Scott fue hacia el baúl y usando su fuerza lobuna abrió tal sin problema alguno. Abrí mis ojos con sorpresa, ¿por qué mi amigo estaba allanando el baúl de un auto?

Casi en un trance, Scott mete la mano en el baúl y toma uno del par de zapatillas que había ahí dentro. Eran unas simples Converse de tipo bota negras, hasta que giró para observar la suela de una de ellas. Y dicha, se encontraba toda ensangrentada, y un mínimo pero claro "10" se podía ver ahí.

—El talle 10... —susurré con sorpresa, abriendo mis ojos cual platos. Scott lo había encontrado. De quien fuera ese coche... Era del adolescente que se transformaba, sin saberlo, en la Bestia.

—¿Scott? —habló una nueva voz, sorprendiéndonos a todos. Nuestras miradas enfocaron al recién llegado—. ¿Qué le haces a mi auto? —Mason fruncía el ceño, mirándonos a todos como si estuvieramos locos. Y la verdad era que, al menos Scott y yo, lucíamos como tales.

—Eres tú... —mencionó mi mejor amigo, casi sin poder creérselo, parpadeando con dificultad. El cansancio, a pesar de ser lobo y tener mayor resistencia, también estaba cobrando factura en él. Además de que la revelación de que Mason era la Bestia, de que todo este tiempo estuvo delante nuestra... También abrumaba.

—¿Qué? —espetó Mason, sin comprender, pero con un tinte de sospecha en su voz. Observa a Liam, demandándole respuestas—. ¿De qué habla, Liam?

Liam relamió sus labios y negó con la cabeza, con tintes de desesperación como si deseara no creer lo que las pruebas demostraban. Observé a Mason, notando la confusión de su rostro, y un poco el miedo de la situación. Apreté mis labios, ¿cómo le decíamos a Mason que él es quien está matando a gente por ahí? ¿Cómo le decimos que hasta hace unos minutos estaba luchando letalmente contra nosotros?

—Liam. —insistió el chico mirando a su mejor amigo, pero el Beta no respondió. Intenté tomar aire, relajarme para poder decirle la noticia de una forma adecuada. Debíamos ver el lado positivo, Mason sabía qué era la Bestia y a lo que nos enfrentábamos, no era un adolescente cualquiera que desconocía de lo sobrenatural.

Monsters In Disguise [Teen Wolf]Where stories live. Discover now