'Hasta pronto, abuelo'

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—¿En venta? ¿Por qué me haces esto, abuelo?

Los señores pálidos me miraban con cierto desprecio desde afuera. 

—¿Irte a vivir con ese señor? ¿Abandonarme? ¿Eso quieres?

Bajaba la voz para no llamar la atención, pero aún sentía como todos en el taller mi observaban y juzgaban: desde su perspectiva, yo solo era un niño rico mimado, haciéndole un berrinche a su abuelo.

Desde mi perspectiva: era un nieto reclamando para no ser abandonado por una de las pocas personas que le quedaban.

—He trabajado durante toda mi vida, hijo —hizo una pausa demasiado larga, fue por algo de agua y volvió a sentarse en el viejo sillón de su oficina —. Creamos un imperio. ¿No lo miras?

—No vendas el taller, siempre ha sido tu sueño, jubilarte y tener un pequeño taller.

Nunca les suplicaba a las personas, pero podía ponerme de rodillas solo para que se quedara a mi lado.

—Ya no es mi sueño —confesó —. Ya no quiero esto.

Sus labios estaban resecos y sus ojos parecían estar perdidos.

—No quiero recordar con tristeza a tu abuela. Quiero recordarle feliz.

Comprendía el sentimiento detrás de esas palabras.

—¿Qué tiene eso que ver con irte de mi lado, abuelo?

—Ya no me siento bien haciéndome cargo de este taller. Entrar a la casa es asfixiante para mí. ¿Puedes entender eso? Mi corazón no deja de acelerarse y, al mismo tiempo, durante momentos parece tomar pausas repentinas.

Los papeles de la venta del taller seguían en la mesa, tuve el valor de leerlos un poco, solo después de escucharlo hablar de esa manera.

—No puedes quedarte a cargo del taller.

—Puedo hacerlo.

—No, no puedes, ya no te gusta como antes.

Y volví a mi realidad al escucharlo hablar.

—Y si no estoy contigo, te gustará incluso menos.

—Abuelo.

—Royce... tu padre mi ofrece la oportunidad de estar con él. Quiero recuperar a mi hijo.

—¿Abandonando a tu nieto?

—Desde que se separó de tu madre, las cosas no andan bien en su vida, soy su padre, debo estar también a su lado.

—Soy tu nieto —hablé —. Exijo el mismo amor que te doy. No quiero ser segundo. No quiero ir detrás de ese señor. Eres mi número uno. Quiero ser tu número uno.

—Royce.

—Estás abandonándome. 

—No.

—Lo entiendo de mi hermano, de mi abuela, incluso entiendo que mi amigo ya no se comunique conmigo... ¿Pero tú?

—Si me quedó aquí siento que moriré lentamente.

Mis mejillas calientes se helaron al instante.

—No sé cómo le llamas a esos pensamientos, pero he tenido muchos de esos, en los últimos meses, pienso más en irme que en estar así.

—¿Irte?

—Duele mucho, hijo. No sé cómo puedes soportar ese dolor en tu pecho, pero el mío parece intensificarse cada vez más. 

—¿Es mucho para ti?

Ya había perdido a mi hermano y mi abuela, no podía perderlo a él. 

—Cada día duele más que el anterior.

No usé mis manos para limpiar mi rostro, las usé para sujetar la pluma y firmar el documento legal, en donde se establecía en nuevo dueño del taller.

Y cuando terminé de escribir mi nombre se sintió como si alguien me estuviera golpeando contra concreto.

La idea de arrojar ese documento a la basura se fugó entre mis pensamientos, pero no lo hice, apoyar al abuelo en la decisión de mudarse con papá era el único acto de amor que podía hacer por su vida.

...

Pasé por esa calle casi todos los viernes. El nuevo dueño agregó otro tipo de decoraciones, demolió mi área favorita y quitó los cuadros de mujeres desnudas de la entrada a las oficinas. Todo eso puede mirarlo desde afuera, después de que vendimos el taller jamás volví a poner un pie en ese lugar.

Mi abuelo aprendió a enviar fotografías, recibía tres semanales; una los lunes, la otra los martes y la última todos los sábados. Salía a patinar con su hijo, también corrían en bicicletas y comían mucha carne. Le sonreía cada vez pasaba las fotos en mi galería.

Como tú no estabas, me animaba a mí mismo, diciéndome "Tomaste una buena decisión, Jeffry".  Incluso si esa decisión implicaba quedarme sin mi abuelo. 








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La Historia De Royce (✔️)Where stories live. Discover now