'Amargamente yo'

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Arrastraba una maleta rosada por el aeropuerto. Escuchaba con atención como la mujer decía cosas y su voz se escuchaba en toda la sala. Eso debía de requerir mucha voluntad. 

Mis abuelos habían pagado mi boleto de avión para visitar a mi amigo, eso como regalo porque la universidad de negocios me había admitido. Mi nota no era la mejor, pero ya era un peso menos para todos los involucrados, incluyéndome a mí.

Al fin iba a poder dormir en un avión, ya extrañaba la sensación de mi cerebro agitándose a causa de las turbulencias.

Mi celular comenzó a vibrar, al principio, pensé en no responder, estaba mirando mi reflejo en los cristales, era un momento para agrandar mi ego.

Me detuve para responder y me sorprendió que fuera mi abuelo quien me llamara.

—Royce, hijo —escuché a mi abuelo tartamudear del otro lado del teléfono.

Acomodé mi sudadera y sonreí. No llevaba mucho tiempo fuera de casa y ya me extrañaba.

—Ya estoy en el aeropuerto. Si el avión se cae, que sepas que te quiero mucho, de herencia te dejo mis pantuflas y mi pijama amarilla, la morada no, esa se la dejo a mi abuela —bromeé yo.

Él no dijo nada.

—¿Llevaste a la abuela a la cita? Estaba de testaruda diciendo que tú la harías y no era necesario que me quedara para llevarla yo. ¿Está durmiendo?

La mujer de la voz indicó que los pasajeros de mi vuelo ya tenían que abordar el avión. No me preocupé por eso, tenía todo listo.

—Dile que la amo, los llamo cuando llegue a España.

Me quedé unos segundos para escuchar su respuesta y de repente sentí que algo no andaba bien.

—Tienes que regresar, hijo —ahora su voz estaba ahogada.

—¿Pasó algo con el taller? ¿Acaso te lastimaste? ¿Abuelo?

—Ella no se encuentra bien... tu abuela.

Mi boca se secó al instante.

—Dijiste que iban para hacerse un chequeo, abuelo.

—No era eso —confesó —. A tu abuela la iban a internar.

No hables en pasado abuelo, no hables en pasado.

—Voy para allá.

Por el contrario, a esa vez que me llamaron por mi hermano. No pude tomar un taxi con tanta rapidez. Mi boca comenzó a pegarse, como si mis labios se sellaran y no pudieran dirigir una palabra a las personas que se habían reunido e intentaban ayudarme.

Como pude, reuní las fuerzas necesarias para salir de ese lugar. Con violencia golpeé fuerte mi cara y amarré mi cabello desesperado por no poder controlar mi cuerpo.

Antes de subirme al taxi, vomité tres veces seguidas, mi cuerpo me decía que expulsara todo, pero ya no quedaba más comida o líquido en mi estómago. ¿Qué más podía expulsar?

El hombre del taxi fue muy amable conmigo, no dijo que las cosas estarían bien, pero repitió una y otra vez. "Estoy aquí" un extraño dijo que estaba ahí y yo decidí confiar en sus palabras.

...

—¿En dónde está? —mi abuelo se encontraba sentado en una esquina del hospital, cuando me escuchó llegar se levantó de prisa.

Sus manos temblaban, por mucho que intentó disimularlo, estaba sosteniéndose de esa silla, pero su corazón se encontraba en el suelo.

Observé a mi hermana caminar por los pasillos, al lado de ella, una doctora venía vestida como si acabara de salir de una operación.

—¿Cómo está ella? —la detuve sin saludarme. No me dirigía a mi hermana, pero fue ella quien contestó:

—La úlcera nunca cicatrizó, todo pasó demasiado rápido y...

—No te pregunté a ti —corté la respuesta de mi hermana.

—Tuvimos que amputarle la pierna, los medicamentos no hicieron que la úlcera cicatrizara y los tejidos y huesos ya estaban lo suficiente dañados, la infección se salió de control y se estaba entrando al torrente...

Mi comprensión dejó de funcionar cuando escuché la palabra "amputarle". De un momento a otro, había dejado de estar en los pasillos para encontrarme en las afueras del hospital, siendo acompañado por mi abuelo y el esposo de mi hermana.

—¿Por qué nunca me lo dijo?

Hice el esfuerzo por pensar en los sentimientos del abuelo y no sonar como que le estaba reprochando algo.

—Porque calculó las cosas mal —respondió, ahora más tranquilo.

—¿Esto se trata de calcular? ¿No es mejor ser lo más honesto posible?

—Ibas a viajar, hijo. A tu abuela no le pareció necesario decírtelo. Estabas pasando por tantas cosas, te daban esos ataques todas las noches, había días enteros que no podías levantarte, tu mejor amigo se fue del país y dejaste de relacionarte con otras personas. Tu abuela no quería cargarte de más cosas.

—¿Creen que son una carga para mí? ¿Creen que mi amor hacia ustedes eso significa? Los amo más que mi propia vida. ¿Cómo se atreven a pensar en ustedes mismos como una carga para mi vida?

Quiso acercarse, pero no lo hizo.

—Mandemos al chico a España por dos meses, luego viene y me mira sin una pierna, se preocupará por un momento y luego hará chistes sobre eso. ¿A esa conclusión llegaron cuando decidieron no decirme? ¿A que soy un payaso que no se toma nada en serio?

Él no respondió.

—Si no te tranquilizas no podrás mirar a tu abuela, Royce —amenazó el esposo de mi hermana.

Iba a insultarlo y decirle que no se metiera, pero él tampoco tenía la culpa de como me estaba sintiendo. Del terror que estaba haciendo colapsar mi corazón y agitando mi respiración.

—Llamaré a mi amigo —informé, poniendo como pretexto para alejarme de ellos.

Llamé dos, tres, cuatro veces, pero él no respondió. No estaba respondiendo.

...

A la mañana del día siguiente, volví a llamarlo, necesitaba mirar su cara y escuchar su voz. Alguien que me apoyara en ese momento, pero no conseguí nada con mis llamadas. Nunca atendió.


La Historia De Royce (✔️)Where stories live. Discover now