"El agua se mete en mi trasero y él quiere darme un beso"

35 9 0
                                    


¿Cómo se hace para no lucir como un tonto? Seriamente, no puedo responder a eso, la mayoría del tiempo estoy ocupado pensando en que mis tonterías son ideas geniales, incomprendidas por los idiotas, pero ahora me vendría bien una respuesta a esa pregunta.

—El agua está fría —esa es mi quinta excusa y a estas alturas de la situación, el maestro parece tener ganas de reprobarme en la materia.

Con todo eso, yo sigo teniendo un punto a mi favor: ¿Por qué en educación física nos tienen que traer a un río y ponernos a nadar? En educación física deberían ayudarnos a conectar con nuestro yo interior y dejarnos encontrar nuestra auténtica vocación.

Y de querer que nadáramos, lo podíamos hacer en las piscinas del instituto. 

En ese lugar podía haber hasta tiburones o una sirena que quiere raptar chicos bonitos como yo.

—Royce —amenazó.

Maldita sea.

—¿No puedes nadar? —juro que él se acercó primero. Riendo, como si mi ridícula situación le resultara divertida —. ¿No aprendiste de pequeño?

Negué con la cabeza, también podía responder que no le importa, pero decidí ser amable.

De pequeño estaba muy ocupado pegándole chicles en los traseros a las señoras. Que puedo decir, era un chico con muchas responsabilidades, no me quedaba tiempo para aprender a nadar.

—¿Te ayudo?

Oh, conocía por donde iba ese gesto y me agradaba.

Él me agradaba, pero no le iba a dejar el camino libre. 

Caminé a su lado hasta que la maldita agua fría tocó la punta de mis pies, pero fingí que no me afectaba.

—Los demás ya avanzaron mucho —dijo lo obvio.

—Mantenlo por la orilla, no puede nadar —ordenó el maestro antes de irse con el grupo que iba en lo más profundo, dedicándome, al mismo tiempo, una cara de decepción. Si, esas caras que los adultos insoportables les dedican a los niños buenos como yo.

Le respondí con una sonrisa, la idea de que nos dejara solo me relajó.

—Y bien... —pero él se tensó y eso me puso más alegre.

Yo me ponía nervioso cuando iba a su casa a hacer tareas, o cuando lo miraba jugando futbol y mi amigo comenzaba a decir que ese chico me gusta, porque claramente me gustaba, pero no estaba dispuesto a hacérselo saber.

—Si me hundes no se perderá nada —bromeé yo —. Mi mamá te lo agradecería.

—No digas eso, Royce —su mano tomando la mía se miraba genial —. Si te sucede algo, estaré en problemas.

No siempre me gustaba andar tomándole las manos a las personas, con él tenía la oportunidad de hacerlo y no pretendía hacerme del rogar. Ambos sabíamos que no había necesidad de ir de las manos, pero parecíamos con intenciones de hacerle creer al otro de que si era necesario.

Él se detuvo.

—No me vengas a decir ahora que tampoco puedes nadar —esa debió de ser la primera pregunta antes de lanzarme de su mano —. Lo de morir ahogado iba de broma. En verdad no quiero morir de esa forma —lo pensé dos veces antes de continuar hablando —. Bromeo mucho con morir, sé que no debería hacerlo, prometo que mejoraré —el idiota sonrió.

¿Tenía cara de payaso o qué?

—Me detuve para decirte: aquí es una poza con muchas piedras, un poco más profunda que las demás. Ten cuidado al caminar —susurró y todas mis alertas se activaron.

Lo tenía cerca de mi oído, y la mezcla de incomodidad con curiosidad que sentía iba a hacerme explotar en ese mismo lugar.

—Lo sabía —aseguré.

No, no sabía nada.

Lo único seguro era que, el agua se estaba metiendo en mi trasero.

Imité al chico cuando lo miré hundirse un poco en el agua.

Metí mis manos para llevarme agua al rostro y peinarme. Si iba a ahogarme, era mejor hacer mi mejor esfuerzo para lucir genial.

—Royce... yo —y su cara estaba demasiado cerca de la mía. ¿En qué momento había pasado a estar en una escena así?

De pronto, no importó el agua siendo una intrusa en mis calzoncillos, ni el hecho de que estaba en una poza profunda. Tampoco que las piedras estuvieran clavándose en los dedos de mis pies. Nada de eso importaba demasiado, el tenerlo cerca redujo mi atención en las demás cosas, para concentrarlas solo en él y como su boca se entreabría, intentando decirme algo.

—Quiero besarte —confesó.

—Deberías.

Quería ser yo quien iniciara todo, y con todo eso en mente, no tenía la confianza para lanzarme y besarlo.

Él sí.

Las ideas de como sería mi primer beso se quedaron muy abajo, y no precisamente porque el chico besara mal (de igual manera, tampoco tenía como comparar) tampoco porque mis expectativas fueran demasiado altas.

La cuestión estaba en que, mientras mis labios eran presionados contra los suyos, mientras una de sus manos sujetaba por debajo del agua mi cintura, y la otra tocaba mi pelo, yo no dejaba de pensar en que alguien estaba metiéndome de su baba en mi boca y en la cantidad significativa de bacterias que eso representaba.

...

Esa vez hice el ridículo en muchos aspectos. Tuve intenciones de salir corriendo, directo a tu cuarto y decírtelo, pero me detuvo al mirar que seguías durmiendo como siempre lo hacías. ¿Por qué no me hice el egoísta y te desperté?  De haber hecho eso, hubieras conocido la estúpida historia de cómo me besé con un chico mientras el agua se colaba por mis calzoncillos.

La Historia De Royce (✔️)Where stories live. Discover now