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Advertencia: Contiene smut.
Calor.
Es una especie de capullo, te sientes cálido. Tu subconsciente te hizo consciente de las pieles que cubrían tu cuerpo primero, luego el romper de las olas y el graznido de las gaviotas y luego te despertaste.
Empujaste tu peso hacia arriba, el cabello desordenado protegía parte de tu vista mientras observabas las cortinas transparentes de la cama que aún mantenían la luz a tu alrededor disminuida. Observaste las sábanas con volantes y la calidez evocadora que permanecía en el lado derecho de la cama. Te quitaste las pieles de tu cuerpo y saliste de la cama cuando tus pies tocaron la piedra fría debajo, lo que te hizo jadear suavemente. El culpable de la noche anterior no se veía por ningún lado, una palangana fresca de agua tibia salía al vapor de la mesa y la mayoría de las cortinas estaban corridas y sopladas por el viento.
Caminaste hacia el armario, lo abriste y solo encontraste vestidos que fueron preparados para Rhaenyra, ella visitaba a menudo y tenía ropa aquí la mayor parte del tiempo. Sin embargo, nada de eso te quedaría bien, haciéndote resoplar de molestia. Tu vestido de ayer no estaba a la vista, así que optaste por la única otra opción. Las túnicas de Daemon, la mayoría de ellas eran de color gris oscuro o negro y olían a los perfumes que usaba a menudo. Deslizaste el algodón sobre tu cuerpo, saboreando su suavidad contra tu piel marcada.
Daemon Targaryen se sentó en el trono de Dragonstone, mientras un cuervo volaba a Kings Landing con prisa. La mañana había comenzado hace horas, la gente se habría dado cuenta de que la Princesa T/N Martell no estaba, y todos testificarían que se fue con Daemon. Sin embargo, quería torcer la narrativa.
Tomé a la princesa T/N a la hora de la lechuza, la tengo conmigo en Rocadragón. Ella está ilesa por ahora. De una forma u otra, mi hermano la tendré. Ya sea que quieras que sea legítimo o no, depende de ti. Ella será mi esposa lo quieran o no. Esperaré la quincena y luego te invito humildemente a nuestra boda.
Dios no lo quiera, si Daemon Targaryen alguna vez hizo algo por amor, encontró imperativo hacer de esto una rabieta por la advertencia de su hermano. Seguramente el príncipe rebelde era incapaz de amar como la mayoría suponía que sería. Sin embargo, se despertó antes del sol esta mañana y pasó horas mirando la pequeña flor que había arrancado para sí mismo. Ella se había quedado perfectamente quieta, acurrucada a su lado mientras su labio inferior seguía haciendo un puchero. Su cabello era un desastre y su cuerpo ahora estaba cubierto de pequeños moretones, su piel se erizaba con la piel de gallina cuando las ráfagas de viento entraban a raudales en las cámaras. Rápidamente le subió las pieles hasta los hombros para protegerla del frío.
