33. Todo lo que quiero para Navidad

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Se acaban las competencias, primero porque nos regañaron y segundo porque ahora damos vueltas por la pista despacio

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Se acaban las competencias, primero porque nos regañaron y segundo porque ahora damos vueltas por la pista despacio. Michelle y yo nos tomamos de la mano mientras le vamos relatando a Araceli un resumen censurado de lo que ha pasado estos últimos días.

La parejita va detrás de nosotras tratando de no matarse en el camino. Después de contarle la historia y que ella quede más o menos satisfecha con el nivel de detalles que le proporcionamos, Michelle decide que quiere darle lecciones a su amiga. Dice que Bryce apenas se sostiene por sí mismo, no puede confiarle las lecciones de patinaje de July

A Araceli le gusta lucirse, porque en su adolescencia practicaba patinaje artístico y quiere sacar a relucir que aún puede con ello. Da vueltas, saltos y avanza con velocidad, esquivando con gracia a todos en la pista. Noto que algunos de los padres solteros —o no— que cuidan a sus hijos tomados de sus focas rojas, la observan estupefactos.

Ya que Mich está con su amiga, a mi me toca enseñarle a Bryce.

Alguno de los dos tiene que saber patinar para enseñarle al otro. Mi misión es que ese sea Bryce. Así es como terminamos protagonizando otra de las fotos para las fantasías gay de Michelle, porque nos atrapa tomados de las manos. Yo voy frente a él, guiando sus pasos con las marcas sobre el hielo. Hasta que se tropieza. Yo intento sostenerlo con los brazos, pero pierdo el equilibrio y terminamos tumbados uno sobre el otro. Michelle captura todo en un vídeo.

Ella sube todas nuestras aventuras a sus stories de Instagram. De esa misma manera fue que Araceli supo que estábamos aquí. Y allí es donde permanecerán los recuerdos de este viaje, ya que lo destacó bajo el título «Misión Boris».

Al final graba como los tortolitos logran patinar tomados de la mano sin caerse. Parecen un par de bebés dando sus primeros pasos y nosotros sus padres que procuran que no queden mal de cerebro con una caída. Tambalean y se toman fuerte el uno del otro para no perder el equilibrio de repente. Logran llegar de un extremo al otro por sí solos. Los tres les aplaudimos.

No podemos pasar mucho tiempo en la pista, considerando que la fila afuera se hace cada vez más grande. Salimos de allí poco después.

Michelle es amante de todo tipo de películas, aunque las románticas sean sus predilectas, al parecer también es muy fan de ver cine de terror, aunque sean malísimas. Nos cuenta que en el trabajo de su padre, le dan boletos de cortesía para el cine. Ella se los queda y va a menudo, solo a ver qué hay. No se fija en la cartelera y a veces solo se lleva alguna bolsa de dulces escondida. Algunas de esas veces yo fui con ella.

Hasta que Santa Claus devuelva al gato ✔️Where stories live. Discover now