22. Constelaciones

333 42 53
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Admito que la decisión de encerrarme en una habitación con Adam, a pesar de la regla cinco, fue tomada en su totalidad por mis hormonas

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Admito que la decisión de encerrarme en una habitación con Adam, a pesar de la regla cinco, fue tomada en su totalidad por mis hormonas. ¿Y qué?, ¿qué no las hormonas las manda mi cerebro?, ese tipo sabe lo qué hace. Si mi cerebro quiere que mande a la mierda esa regla y me conforme con mantener las que quedan, por algo será.

El destino quiso conducirnos al cliché romántico de una sola cama, y yo no tengo autoridad para contradecirle.

Esta noche quiero escuchar esa voz de Adam. Quiero sentirla en todo el cuerpo. Y quiero usar todo lo que tengo a la mano para decirle que él también me gusta.

Porque en mi cerebro está muy bien guardada la foto mental que le tomé saliendo de la ducha. También están muy bien archivadas las memorias de sus caricias y sus besos. De vez en cuando mi cabeza decide que es buen momento para recordarme que eso me gustó, y que lo necesita de nuevo. Justo ahora.

-Parece que el mundo se empeña en que rompamos las reglas -ríe Adam-. A menos que quieras esperar, claro -se apresura a sugerir-. ¿Quieres?

-Sería un desperdicio tenerte aquí para mi sola y dejarte pasar -coqueteo yo. Voy dando lentos pasos hacia el frente para aproximarme.

-Me podrás tener las veces que quieras, no hay prisa -señala con más coquetería.

-Yo te quiero ahora -expreso. Ahora estoy bastante cerca para colgar mis manos detrás de su cuello. Le sonrío-. ¿Y tú?

En respuesta, me carga tomada de las piernas en un movimiento rápido. La velocidad con la que lo hace me sorprende, provoca que suelte una risa. En mi carcajada hago la cabeza para atrás, lo que él aprovecha para besar mi cuello.

Me lleva entre sus brazos hasta la cama. Él se sienta primero y yo quedo sobre sus rodillas. Lo miro a los ojos por un momento y noto que tiene la respiración acelerada, trata de disimularlo y me mira con un deseo intenso que parece poseerlo por completo. Creo que acabo voy a conocer a otro Adam muy distinto.

Nos besamos con las ansias habituales, pero esta vez no hay barreras. Esta vez no siento que se contenga como lo hacía en el carro, ahora tiene al camino libre para lo que se le antoje hacerme, y sin duda, va por todo. Nos devoramos con los labios como si aún no tuviéramos permiso de hacerme nada más. Aun.

Hasta que Santa Claus devuelva al gato ✔️Where stories live. Discover now