12. Pijama varonil

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Quiero mucho a Bryce, pero toda la noche anterior tuve ganas de arrancarle el cuello

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Quiero mucho a Bryce, pero toda la noche anterior tuve ganas de arrancarle el cuello.

Yo estaba a punto de dormirme, sentía como mis párpados se caían y mis ojos rogaban descansar. Y entonces allí estaba él: estornudo, tras estornudo. Lo peor es que Bryce no estornuda normal, de esos que puedes pasar desapercibido, él estornuda unas diez veces con la intensidad de querer sacarse los pulmones por la nariz. Luego no hace ruido alguno por cinco minutos, hasta que el ataque vuelve.

O escuchas eso, o como se suena la nariz, o como sorbe.

Mi único freno para no ponerle una almohada en la cara, fue saber que si yo estaba durmiendo fatal, no me imagino como se sentirá él.

Por la madrugada, Michelle parecía que estaba a punto de morir de sueño encima del volante. Cada que uno de los estornudos de Bryce me despertaba, abría los ojos para ver a Michelle cabeceando sobre el volante. Al parecer ella no puede dormir con el auto en movimiento, pero eso no impide que tenga sueño. En vista de que, de cualquier manera, yo no podía dormir y ella ya había avanzado un gran tramo, decidí tomar el volante por ella

—A la próxima no me dejes el turno nocturno —murmura a medio dormir cuando la obligo a pasarse al asiento del copiloto. Se siente fatal por hacerme desvelar cuando era su turno manejar. No duerme bien, porque cada que pasamos por alguna curva se toma la cabeza entre las manos, le marea.

A eso de las dos de la mañana, paramos en una gasolinera con tienda de autoservicio. En la caja estaba un chico con apariencia de unos diecisiete y una chica un poco mayor que al parecer era su hermana. Michelle bajó a hablar con ellos para pedirles que nos dejasen quedar estacionados unas horas para dormir en paz. El chico no dejaba de babear por Michelle, así que su hermana lo mandó a tirar la basura para que la dejara; ella nos dio el permiso y Michelle la abrazó en agradecimiento.

Con esa pequeña escena me di cuenta de dos cosas: A Michelle le cuesta darse cuenta cuando le gusta a alguien; y es muy efusiva con el contacto físico, con todo el mundo. Me hace gracia ese aspecto tan inocente y entregado de su personalidad.

Puse parasoles en las ventanas y el parabrisas. No quiero que nos vean dormir desde fuera. Bryce y July ya se habían cambiado a las pijamas antes de salir de la primera parada, ahora era turno de nosotros dos. Aprovechamos para darnos una especie de baño con el agua helada de los lavabos, por lo menos para no apestar.

Hasta que Santa Claus devuelva al gato ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora