16. Twinkie

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—¿La cuidas? —le pido a July en un susurro mientras se aleja detrás de Michelle

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—¿La cuidas? —le pido a July en un susurro mientras se aleja detrás de Michelle.

—Tranquilo, va a estar bien —me asegura con una de sus sonrisas de labios apretados—. Tú preocúpate por traernos a Boris a salvo. Yo me encargo de ella.

Trato de tomar sus palabras al pie de la letra. No es fácil mientras aún estoy en la fila, sin nada que pueda ocupar mi mente más que la cara de Michelle. Ella suele ser una chica alegre, es impactante verla tan triste y con tanta ira dentro de sí para ella misma.

Al menos, después de pasar toda la vida con mi madre y sus episodios alcohólico-violentos —la minoría, a decir verdad—, tengo una idea de cómo actuar cuando alguien quiere hacerse daño a sí mismo, por muy leve que parezca. La de Michelle fue una reacción de «¿de qué habas?, ¿hacerme daño yo?», seguido por un «mierda, tienes razón» luego de ver los cabellos entre sus dedos.

No sé con certeza qué sucedió, pero estoy bastante seguro de que la mujer hizo algún comentario estúpido sobre la apariencia de Michelle. Me da rabia de solo pensarlo. ¿Por qué la gente no puede dejar a los demás vivir su vida tranquilos?, sin entrometerse con opiniones que nadie les pidió. Las personas siempre tienen que pasarla mal por idiotas como esa mujer.

Ahora mismo, yo tengo que enfrentarme a otro idiota de esos, porque el último niño acaba de bajarse del regazo de Santa y es mi turno de entrar allí.

El tipo está sentado y su sonrisa benévola que acaba de cambiar a una de malicia pura. Tengo el presentimiento de que no va a ser una negociación fácil.

Camino con la cara en alto, ignoro las miradas y las risitas de los niños, o los susurros poco discretos que hacen para burlarse. «¿No es muy grande para ir con Santa, mamá?», solo tengo veintidós, niña, sigo siendo muy joven. Otros tienen cara de hartazgo, deben encontrarse con un montón de adolescentes que molestan al viejo y temen que arruine el humor del tipo antes de que sea su turno.

Yo llego hasta él y me le planto en frente con las manos en los bolsillos.

—He venido a negociar —pronuncio. Planto bien los pies y lo miro hacia arriba desde su trono-trineo.

Hasta que Santa Claus devuelva al gato ✔️Where stories live. Discover now