24. Mentiroso, mentiroso

257 39 40
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

En cuánto escucho la voz de Bryce al otro lado de la puerta me llevo las manos a la boca para ahogar un grito, y esta vez no un grito placentero, sino uno de verdadero terror

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

En cuánto escucho la voz de Bryce al otro lado de la puerta me llevo las manos a la boca para ahogar un grito, y esta vez no un grito placentero, sino uno de verdadero terror. Adam está congelado en su lugar, el chico vuelve a tocar.

—¿Qué hacemos? —susurra preocupado.

—Responde —le ordeno yo—. Si te vino a buscar aquí debe ser porque Angela le dijo que este era tu cuarto, o porque ya fue a tocar abajo y nadie abrió.

—¿Y qué harás tú?

—Me esconderé.

Acto seguido, me voy a gatas hasta detrás de la cama. Me recuesto sobre el piso —gracias a Dios que hay alfombra—, trato de meterme debajo de la cama lo más que puedo y dejo que las cobijas caigan de mi lado para que cubran mi cuerpo.

Adam parece que quiere reírse, pero se aguanta las ganas. Le dice a Bryce que va camino a abrir la puerta.

—Hola —saluda Bryce en un suspiro roto. Puedo verlo de reojo parado en el umbral, aunque no puedo mover ni un centímetro de mi cuerpo, o me verá. Por el tono de su voz y lo cansado que luce, diría que está aguantándose el llanto y no ha dormido nada.

—Hola —devuelve Adam, su tono es de sorpresa—. ¿Qué...? —comienza a preguntar, pero el otro chico lo interrumpe con un abrazo.

Casi suelto un «Aww», sin pensarlo. Siempre me ha parecido muy dulce la amistad poco masculina-clásica que llevan esos dos. No son del tipo de chicos que se saludan como si se fueran a contagiar de algo al tocarse. Cuando alguno necesita un abrazo no temen dárselo y a cada rato escucho que se hacen bromas el uno al otro con piropos. No sé, es algo que me provoca tanta risa como ternura.

Adam parece dudar por un segundo para abrazarlo. Por la cara que tenía cuando entro a la cocina hace un rato, era evidente que después de perseguirlo, la cosa no había salido bien. Me imagino que su cabeza dice «¿no se supone que estábamos peleados?». Aunque las dudas le duran poco, y se decide por devolverle el gesto.

—Tenías razón —alcanzo a distinguir el murmuro que suelta Bryce sobre el hombro de su amigo.

—¿Qué pasó? —averigua él, alejándose parcialmente de su abrazo. Deja sus manos descansando sobre sus hombros.

Hasta que Santa Claus devuelva al gato ✔️Where stories live. Discover now