28. Meow

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Duele descubrir que no soy la primera persona en su corazón

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Duele descubrir que no soy la primera persona en su corazón. En su corazón de gato gruñón la primera persona es Clarease. Tiene sentido, yo solo fui alguien para pasar el rato mientras regresaba con el verdadero amor de su vida. Me consuela que al menos no me desprecia más que al grupo de niños, al menos a mí me dedica un ronroneo de despedida, mientras que a ellos los trata de rasguñar cada que se acercan.

—Cumplimos con la misión. Cuida bien de ella. Regrésala a casa sana y salva. —Es la forma en que se despide July. Le acaricia el lomo y él se restriega contra su mano.

—Te voy a extrañar, gordito. —Michelle se decide por abrazarlo. El gato no tiene cara de que eso le guste mucho, pero se deja querer por la chica, incluso le dedica unas palabras.

—Meow.

—No, no. Yo te extrañaré más, gato mimado —responde Mich—. Pero no te preocupes, te veré en enero. No te me escapas.

Bryce intenta despedirse del gato, pero el efecto de sus pastillas casi acaba y en lugar de palabras, da un estornudo. Al parecer Boris es hipocondriaco o alérgico a mi amigo, porque le responde afilando las garras, lanza un rasguño al aire muy cerca de la cara de Bryce.

—Tampoco me caes bien —le gruñe de vuelta.

A la salida recibimos abrazos de cada uno de los miembros de la familia de Clarease. Todos parecen sacados de una postal con sus sonrisas bondadosas y sus palabras de agradecimiento. A la mitad de los abrazos, volteo a ver a la parejita, parecen cadáveres a quienes se les agotaron las energías sociales. Ya ni siquiera hacen el intento por devolver el abrazo, se limitan a dejarse caer como muñecos de trapo. Michelle aprovecha cada encuentro para preguntar sobre la vida de cada uno. Excepto con los niños, a esos les dedica una sonrisa, pero los despide despeinándoles o con un choque de puño. Casi no se nota que los niños no son su cosa favorita.

La bibliotecaria nos agradece por millonésima vez y nos da a cada uno un abrazo de más o menos dos minutos. Susurra cosas al oído, consejos. Desde su silla parece la señora Claus que te da buenos deseos. Aunque esta no cobra porque te sientes en su regazo.

—Tengo acceso a tu expediente muchacho, será mejor que no le rompas el corazón a esa chica —me amenaza cuando toca mi turno.

—Prometido —contesto con la señal de capitán, jurando lealtad a mi promesa.

Hasta que Santa Claus devuelva al gato ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora