-Me agrada mucho tu madre.

Murmura, Luna, arrecostándose a mi costado.

Sonreí. Moví mi brazo para poder rodearla y así lograr que se sintiera más cómoda en su posición. Respiro hondo mirando por la ventana y notando que pronto el otoño empezaría en las tierras de Evigheden.

-No tienes otra opción, Lu.

Reí. Golpeo con sutileza mi muslo. Volví a reír más alto.

-No me hagas enojar.

Advirtió de manera vacía.

-¡Uy! Que miedo- me burle -. Aún así, sé que no podrías escapar de mi lado.

Luna pudo me miro mal.

-Creída.

Beso su frente y sonrío.

-Solo digo la realidad, guapa.

Ambas reímos. El carruaje pareció caer en algún agujero en el camino haciendo que la cabina se moviera de manera salvaje. Apenas pude cuidar a Luna y salvarla con mis brazos sujetándola con fuerza antes de golpearse.

-¿Estás bien?

Cuestionó, preocupada.

El carruaje de inmediato se detuvo. La seguridad se desplegó alrededor y esperaron afuera.

Luna asintió sentándose correctamente.

-Déjame ver que ha pasado.

Sin más, me baje. Todo parecía bien hasta que noto la llanta de madera fina casi destruida por completa. Aquello parecía obra echa por alguien con malas intenciones.

Mire a mi alrededor. Estaban rodeados por árboles y eso les ponía en desventajas.

-El carruaje de seguridad podría llevarlas, Majestad- opinó el conductor -. No sé que ha pasado. Lo siento mucho. Esta mañana pasamos y no había nada fuera de lo común...

Lo detuve para que dejará de hablar. Sentía algo extraño en el ambiente y eso no me gustaba para nada.

A mi mente venían recuerdos de la guerra y mi cuerpo se erizo.

-Arreglen el caballo más rápido.

Ordeno, rápidamente se ponen en movimiento.

-No bajen la guardia. Necesito a alguien que se lleve a la princesa Luna hacia el castillo.

Solo pienso en cuidar a mi esposa y a nuestra criatura en su abdomen que apenas está formándose. No podría llevarla conmigo, pero podía ponerla a salvo de cualquier peligro.

-Majestad, ¿y usted?- cuestiona el encargado de mi seguridad -. Mi prioridad es usted...

Lo miro de manera enojada. Me importaba un mierda la prioridad que se le había enseñado. Debía obedecerá y punto.

-Pues ahora lo es la princesa Luna.

Él asiente de inmediato. De pronto recuerdo que Zúrich venía con nosotros en el otro carruaje junto a los guardias. Él estaba abajo un poco alejado de nosotros.

-Zúrich la llevará.

El guardia frente a mí asiente y corre a buscarlo. Rápidamente los dos están frente a mí.

-Llévala al castillo a salvo. Le pasa algo y hago que te revivan para asesinarte yo misma.

Lo vi moverse inquieto. Su mirada estuvo a punto de flaquear, pero lo impidió.

-Moriría por ella antes de que le pasará algo- afirmó -. Llegará a salvo al castillo. Lo prometo por mi honor.

El caballo fue tendido al secretario del pueblo. Asentí intentando creer en sus palabras. Confiaba en él, pero no sabía que podía atravesarse en el camino y de eso temía.

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