25 / MI NOMBRE

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No podía creer que el día sábado a las cinco y veinte fuera de mi puerta estaba Lee Donghyuck. Era increíble su nivel de perseverancia, pero era lamentable que no lo usara en la clase de Inglés. La verdad, me hacía incluso reír.

El chico sabía, nadie podía estar conmigo en casa porque no tenía amigos ni familiares, era un poco triste realmente.

          —¿Puedes no golpear tan fuerte? —le pregunté al abrir la puerta.

De pronto vi como se abría una puerta vecina y rápidamente tomé la muñeca del chico, lo metí a casa y cerré la puerta. Me sentía como refugiando a un criminal.

          —Eres tan imprudente —le dije al verlo sentado en el sofá cómodamente—. ¿Qué haces aquí?

          —Quería verla —sonrió grandemente.

Me sentía extraña, incómoda.

Sus expresiones me molestaban. Sus palabras ya no me gustaban. Era demasiado directo aunque después se avergonzaba y sus orejas eran las primeras en avisármelo.

El chico había palmeado repetidas veces el espacio libre a su lado en el sofá.

Era de no creerlo.

          —¿Aún la impaciento maestra? —preguntó burlón.

No iba a dejar que me molestaran en mi propia casa, eso sí no lo aguantaba.

          —¡Aigoo! —exclamó tiernamente al verme tomando asiento. Incluso se atrevió a acariciarme la cabeza—. Yo sabía que podía ser tierna.

          —¡Yah, detente Lee! —le exclamé—. Me estoy dando por vencida contigo. Si no quieres que te trate como desconocidos debes comportante. Ni siquiera mis amigos harían algo así.

          —No busco ser su amigo —dijo mientras ponía el cabello suelto tras mi oreja—. Me gustas Noona.

          —¡Eso no puede pasar! —exclamé alejándome un poco de él—. ¿Acaso hice algo para que te confundiera?

          —Supongo que con solo existir haces que me gustes —dijo mientras asentía con su cabeza—. Su personalidad, su rostro, su cuerpo. No puedo elegir solo una cosa. Me gusta cuando me regaña. Me gusta cuando me enseña. Me gusta cuando me presta atención.

          —¡Ya sé! —exclamé. No iba a mostrarle mi reacción— ¿Fue por qué te di un cumpleaños especial en clase?

El chico rio, dejando salir una carcajada. Sus orejas estaban más rojas que nunca e incluso podía notarlo en sus mejillas.

Aún no entendía porque los hombres en general le gustaba sentarse ocupando casi el doble de su tamaño. Sus piernas estaban separas al punto que tocaban las mías.

          —Bueno, digamos que después de eso se convirtió para mí en alguien especial y no lo malinterprete, no cualquiera es especial para mí —dijo seriamente—. Quiero decir, no es fácil. No porque haga algo especial para mí o por mí, significa que me enamoraré.

          —No puedo aceptar tus sentimientos —repliqué. Me veía un poco afectada por sus palabras de pronto—. ¿Sabes que un maestro no puede estar relacionado sentimentalmente con un alumno?, ¿de casualidad me admiras?

          —Claro que lo sé —dijo mirando el piso—. No puedo controlar de quien me enamoro. Solo pasa. Además ya sé donde quieres llegar Noona, y no, esto que siento es real. Le dije que ya he salido con más chicas y conozco mis sentimientos demasiado bien.

          —Pero ¿te has detenido a pensar en las consecuencias realmente? —pregunté—. No estoy diciendo que aceptaré lo que sucede, solo quiero que lo pienses de forma hipotética.

          —¿Cree que soy estúpido? —preguntó riéndose.

          —La verdad siempre he pensado que eres demasiado astuto Lee Donghyuck —confesé—. De hecho me sorprendes siempre.

          —¿Y eso no le parece atractivo? —preguntó mientras me miraba directamente los labios.

Me sentía encerrada, atrapada, no podía escapar.

No sabía porque él tenía el control, eso era aún peor. Me encontraba en desventaja y no podía aceptarlo, a veces mi orgullo me pedía estar arriba.

          —Suficiente de charla, hora de irse —le dije al mirarlo seriamente.

Antes de lograr ponerme de pie él me agarró el brazo suavemente como adivinando la situación que iba a ocurrir, era demasiado rápido para haberlo detenido. Sentía que siempre iba un paso antes de mí.

          —No quiero irme. De echo no voy a irme. Viviré aquí, juntitos.

          —¡Yah, no digas estupideces! —intenté soltarme pero no lo logré—. Incentivas la violencia en mí y eso que no soy una persona violenta.

Al mirarlo vi como sonreía sin mostrar sus dientes, parecía feliz con la situación. Perdí mi seriedad cuando sonreí ligeramente de forma ladeada. Me encontraba en una de esas situaciones que sientes de que a pesar de poner todo tu esfuerzo no podrás lograrlo, aunque des tu máximo.

Ni siquiera sabía porque su sonrisa me había provocado sonreír, era ridícula la situación.

          —Eres muy persistente Lee Donghyuck.

          —Dígame Haechan —dijo suavemente—. Hágalo, llámeme así. Diga mi nombre.

          —No puedo creerlo —le dije mientras lo miraba con rechazo.

          —Quiero oírla nuevamente —insistió mientras me observaba con su cabeza hacia atrás—. ¿Qué piensa?, dígame. Solo usted puede llamarme Haechan.

En un pensamiento estúpido pero inteligente opté por tomar su mano. El chico se sorprendió, lo noté por su expresión. Lo hice ponerse de pie junto a mí mientras lo miraba. Llegamos a la puerta, la abrí y salí con él.

Ni siquiera se dio cuenta que le solté la mano, me alejé y le cerré la puerta en la cara.

Ya no lo iba a aguantar, era demasiado atrevido.

Cada día era sentir su mirada puesta en mí, era muy intenso. Parecía casi un acosador. No quería tildarlo como tal pero incluso me ponía muy tensa. Tampoco quería que me viera sacando un moco que picaba en los orificios de mi nariz, era vergonzoso.

Y había otro gran problema también. Cada vez me volvía más perceptible a sus miradas, demonios, sabía que me miraba y yo lo miraba de vuelta.

Era evidente que no podía ignorarlo.

No sabía que había hecho en mí pero me sentía cada vez más culpable por la situación que lo estaba haciendo pasar. Tampoco quería seguir ignorándolo si me era honesta, se sentía como un pecado.

Y ya había pasado otra semana.

La buena noticia de todo es que otro alumno más se había sumado a mi taller de español y eso me hacía inmensamente feliz, con mucho ego.

Pero cada día después del taller de español venía Donghyuck a "ayudarme".

          —¿Por qué tu cabello es rojo en la raíz? —ya no aguantaba las ganas de saber que pasaba con su cabello.

          —Soy pelirrojo realmente —confesó—. No puedo evitar que salga de ese color.

Quede sorprendida ante su confesión, siempre lo lograba.

El chico era una casa de sorpresas y no podía evitar sentirme más curiosa sobre él, era realmente algo único.

Podías tener esa ternura y buena onda de él siempre, pero podías tener más facetas de él si te lo permitía y tenía ganas de que lo vieras.

A veces me preguntaba si era afortunada de haber conocido a ese chico o si era el diablo poniéndome una prueba de moral. Podía ir al infierno si aceptaba su amor, lo sabía.

Pero ya no sabía cuanto porcentaje quedaba.

YOUNG BLOOD (Haechan y tú)Where stories live. Discover now