4 / PAPITAS FRITAS

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Al siguiente día me levanté con ánimo, pues a pesar de haberme quedado hasta tarde el día de ayer hoy me sentía con ganas de inaugurar el taller de español.

Después de haber salido del trabajo, había ido al supermercado a comprar algunos snacks para compartir el día de hoy. No pretendía que vinieran muchos alumnos, pero al menos esperaba unos cuantos.

          —¿Así era? —pregunté a Donghyuck ayer.

          —Sí, ella murió hace dos años.

Esa conversación, la de ayer, había sido fuerte, pues no pensé que algo así me contaría aquel alumno. Pude notar como la amaba por como hablaba sobre ella, de seguro ese niño había sido su nieto más querido. Pero me agradó sentir que confiaba en mí lo suficiente como para contarme algo tan personal.

          —Alumnos, como sabrán, hoy daré la inauguración al taller de español. Por lo que son libres de apuntarse cuando quieran. Las puertas estarán abiertas para cualquiera de ustedes —informé al terminar una de mis primeras clases por la mañana.

Todos asintieron, pero eso claramente lo hacían por responder obligadamente. Al menos esperaba que uno de ellos asistiera, al menos a preguntar.

Durante la hora de los talleres por la tarde, me aseguré de llegar rápidamente al salón el cual tenía un gran cartel fuera de la puerta que decía "clases de español". Puse algunos cuencos en las mesas con snacks y muchos vasos plásticos. Luego me senté a esperar, era obvio que tardarían un poco en llegar así que no me puse demasiado ansiosa.

Pero luego de más de media hora no vi a ningún alumno venir. Ya entendía porque aquel taller ya no estaba en curso. Suspiré un par de veces y luego me puse de pie. Me acerqué a los cuencos y comí papitas fritas mientras miraba por la ventana a los alumnos del taller de fútbol haciendo sus actividades.

En su mayoría eran hombres, uno de ellos destacaba por su cabellera rojiza, Donghyck. En la clase del pelirrojo había otro alumno muy popular también, Lee Jeno. El cual era un alumno muy distraído y risueño, era inteligente pero a veces costaba traerlo a la tierra. Solían llegar dos a tres alumnas a buscar a aquel chico cuando tocaba para receso, pero siempre eran distintas.

Mientras me quedaba en mis pensamientos, el sonido de un golpe de puerta me sacó de ese mundo. Miré rápidamente hacia la puerta, ahí vi al profesor Woo Dohwan con una sonrisa, traía una pelota de fútbol en sus pies.

          —¿Por qué está tan sola profesora?

          —Creo que a nadie le interesa aprender español —dije desganada.

          —Tal vez los alumnos sólo están tímidos, no te desanimes. ¡Fighthing! —me alzó su puño y se fue.

Seguí con mi mirada al profesor, quien se dirigía hacia los alumnos que estaban aprendiendo fútbol. Todos le prestaban atención, lo oían y asentían. Pero Donghyck estaba en su mundo, como pensando en otras cosas. Sus ojos viajaban desde el cielo hasta sus dedos, lucía el seño fruncido.

Dejé de prestarle atención a esa clase y saqué el tablet que traía en mi bolso, ahí escribía muchas de las cosas que enseño luego. Pero mi fin ahora no era sobre la planificación del contenido, desde que había viajado a Corea algo en mí me incentivo a escribir mi día a día.

Como un diario, como un cuento, aún no sabía que estaba escribiendo ni el género, solo sabía que quería seguir haciéndolo. Por lo que me concentre en escribir un poco de lo que había transcurrido hoy y mi fallo en las clases de español.

Cuando me di cuenta la hora se había pasado volando, habían tocado el timbre para avisar que las clases habían terminado. Y nadie había venido al final, todo había quedado ahí. Me puse de pie y comencé a guardar mis cosas y a ordenar un poco lo que había hecho.

          —¿Necesita ayuda profesora? —escuché una voz masculina. Rápidamente miré hacia la puerta.

          —Alumno Lee —llamé— No te preocupes, no hay mucho que hacer.

          —¿Se encuentra bien?

          —¡Claro! —le dije optimista— Ve a casa y descansa, mañana nos vemos.

          —¿Qué haces aquí? —escuché la pregunta de un chico por el pasillos.

          —Iba a buscar mis pertenencias —respondió Jeno mirando a su izquierda.

Yo seguí en mis cosas y guardé los empaques de los snacks en una bolsa para botarlos luego y comencé a echar los snacks de los cuencos en otras bolsa, me los comería en casa luego.

          —¿Puedo comer?

Giré mi cabeza y encontré al extraño pelirrojo al lado mío, Jeno seguía en la puerta observando solamente.

          —Sí —sonreí— Esto lo hice para la inauguración, pero creo que ya nadie vino así que... coman ambos.

Jeno me miró y asintió con su cabeza, luego entró y se puso al lado de Donghyck. Ambos comenzaron a comer nachos, les ofrecí refresco y ambos quisieron.

Mientras ellos comían, me aseguré de dejar todo limpio como estaba antes. Mientras ordenaba me contradecía conmigo misma sobre seguir o no insistiendo con las clases de español en el futuro. Después de todo para el mundo entero el segundo idioma después del nativo es el inglés, el español es difícil, se ponen todos de excusa.

          —¿Cuántos alumnos vinieron hoy? —escuché a Donghyck preguntar.

          —Acabo de decir que nadie vino —repliqué.

          —¡Ah, es cierto! —rio incómodo— Si yo no estuviera en clases de fútbol me hubiera inscrito aquí, lo juro.

          —¡Mentiroso! —exclamó Jeno— Nos preguntaron a principios del año y tu no querías nada más que seguir en fútbol.

         —¡Gracias! —exclamó Donghyck viendo a Jeno con unos ojos de intimidación.

          —No te preocupes Donghyck, está bien. Créeme que he investigado sobre Corea, sé que son muy cerrados en cuanto a costumbres extranjeras. Por lo que el español no les apasiona y es normal, en muchos lados pasa también

          —Aunque ahora profesora, yo siento que las canciones en español están tomando fuerza aquí —comentó Jeno.

          —¡Tienes razón! —insistió Donghyck— ¡No sé desanime profesora, ya vendrán alumnos, se lo prometo!

          —Hmf —ahogué una risa— No se preocupen por mí, mejor vayan a estudiar. No crean que por ser amables conmigo les haré los exámenes más fáciles.

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