Capítulo 20

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Harry

Lo último que recuerdo es que apoyé la mejilla en el pecho de Louis mientras el agua me caía sobre la espalda. En algún momento entre entonces y ahora, debe de haberme traído a su cama. Debo de haberme quedado frito de agotamiento y de relajación. Cada vez que me he acostado con él, el sexo ha sido espectacular, pero lo de anoche en la ducha estuvo a otro nivel. Nunca había experimentado un placer así; nunca me había sentido tan necesitado y amado.

Observo el torso de Louis, que está vuelto de lado. Tenemos las piernas enredadas, medio cubiertas por las sábanas. Me sujeta con el brazo; tiene la cabeza ladeada sobre el hombro. Oigo el latido fuerte y regular de su corazón bajo mi oreja. Está dormido; no dormitando ligeramente como de costumbre, a punto de levantarse ante cualquier emergencia, sino profundamente dormido. Es la primera vez que lo veo tan relajado y en paz.

Le recorro el torso con los dedos, sin poder resistirme a la tentación de tocarlo. La incipiente barba le sombrea la cara. Tiene los labios entreabiertos y se los recorro con un dedo. Él no reacciona; sigue con los ojos cerrados. Lo observo preguntándome qué nos deparará el día.

¿Debería ir a ver a mi padre para contarle lo mío con Louis? Tal vez con una llamada sería suficiente. Aunque quizá lo mejor sea no decirle nada y fugarme con él. Cuando decidí poner una excusa y marcharme de la fiesta, sabía que esa decisión cambiaría mi vida para siempre.

Louis es probablemente el único hombre sobre la Tierra a quien no lo intimida mi padre, y eso me tranquiliza, pero al mismo tiempo me preocupa. Mi padre trata de controlar mi vida como si fuera una más de sus transacciones comerciales, y Louis se ha atrevido a interponerse en su camino. No sé cómo va a acabar esto, pero me temo que va a ser catastrófico.

No obstante, con él a mi lado me siento seguro.

Suspiro y me acomodo sobre su pecho.

—Ese suspiro no me ha gustado —comenta con voz soñolienta. Abre los párpados y me mira preocupado.

—Estaba pensando en mis cosas.

Moviéndose muy lentamente, se pone de lado y baja un poco por la cama para que nuestros ojos queden a la misma altura. Me apoya la mano en la cadera, se inclina hacia delante y me da un beso en la punta de la nariz.

—Esta mañana estás increíblemente precioso —me dice, haciéndome sonreír—. Cuéntame, ¿en qué estabas pensando?

—En mi padre. ¿De verdad crees que ordenó a John y a Smith que nos siguieran?

Me observa durante unos momentos y me sonríe con cariño.

—Sí, lo creo.

Frunzo los labios. Mi padre me dijo el otro día que había descubierto quién estaba detrás de las amenazas, así que sólo puede haber otra razón para hacernos seguir.

—¿Crees que sospecha que nosotros...? —Dejo la pregunta en el aire, con la mirada fija en su barbilla.

No sé cómo expresarlo. No puedo decirle que me he enamorado de él, básicamente porque aún no sé qué piensa él de lo nuestro. No sé qué siente por mí, aparte de una inmensa necesidad de protegerme, que va más allá del cumplimiento del deber. No sé si para él esto es algo serio o pasajero.

Me agarra del brazo y tira de mí hasta colocarme sobre él. No protesto, ya que mi mente empieza a perder la capacidad de razonar. Me toma las manos, se las lleva a la boca y me besa los nudillos. Es un gesto amoroso que hace que la razón se me nuble todavía más. Dijo que la última vez que había permitido que sus emociones alteraran su razonamiento las consecuencias fueron graves. No me atrevo a preguntarle qué pasó, o qué tiene que ver con eso la mujer de la foto. Es obvio que es una historia dolorosa, pero si algo tengo claro es que en algún momento la amó. Y me siento mal porque odio esa idea.

El Protector [L.S]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant