Capítulo 16

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Harry

Me trata con la misma delicadeza y cuidado que anoche, a pesar de tenerme empotrado contra la pared. El alivio que siento multiplica mi placer. Tal vez pueda engañarse a sí mismo, pero a mí no me engaña. Tengo guardadas en la mente todas las palabras que me dijo ayer por la noche. No puede borrarlas de un plumazo escudándose en el deber profesional o fingiendo ser un tipo duro. No puede apartarme de su lado con una advertencia hecha con desgana. No soy idiota y él lo sabe. Sabe quién soy, sabe que no me parezco en nada a el hombre que retratan los medios de comunicación o a la persona que sería si siguiera los dictados de mis padres.

Me ve como soy; me ve a mí.

Y no pienso dejar que lo olvide.

Tiene la espalda resbaladiza, pero me gusta la sensación. Nuestras bocas se mueven en perfecta sincronía, las lenguas giran, los gemidos se entremezclan. Se clava en mí con precisión, elevándome un poco más con cada embestida. Mis manos resbalan sobre su piel mojada. Lo agarro del pelo disfrutando de su espesura antes de apretar con más fuerza para acercarlo más a mi boca.

Su miembro se desliza en mi interior, entrando y saliendo suave como el terciopelo. Cada vez que me penetra me acerca un poco más al clímax; cada vez que se retira, gimo desesperado. Es un hombre grande y amenazador, pero me trata con tanta delicadeza que mi deseo por él no para de crecer.

Estoy totalmente pillado.

Me muerde el labio con mimo y tira de él entre sus dientes mientras me mira maravillado.

—Eres increíble —me dice agarrándome por los muslos y levantándome un poco más para hundirse en mí más profundamente.

Chillo al sentir que se clava en mi vientre.

Él sonríe, encantado del efecto que me provoca.

—¿Lo has notado? —Su voz ha adoptado un tono autoritario.

Asiento y trato de respirar en medio de las sensaciones entremezcladas de placer y dolor.

—Bien. —Me clava los dedos en los muslos y vuelve a empotrarme contra la pared con una brusca embestida de su poderoso cuerpo.

Esta vez suelto un grito.

—¡Eres mío, Harry Styles, ! —exclama, y planta las manos en las baldosas a la altura de mi cabeza con un golpe que resuena en el espacio cerrado—. ¿Puedes aceptarlo?

Vuelvo a gritar y echo la cabeza hacia atrás. ¿Quiere que responda a eso? ¿Pretende que piense mientras me está llevando a estas cotas de placer? No es justo.

—¡Louis! —grito moviendo la cabeza de un lado a otro mientras él sigue atacándome con sus rítmicas embestidas.

Ya no es delicado, su acoso es brutal, pero en un momento en que mi mente se aclara lo suficiente para verle la cara, su mirada sigue mostrando ternura. La fuerza que lo impulsa a clavarse así en mí es la esperanza desesperanzada. Se está dejando llevar, y me doy cuenta de que no me cuesta nada decirle lo que necesita oír.

—Puedo aceptarlo —digo entre jadeos, sujetándole la cara con las dos manos y disfrutando de la sensación de alivio que recorre su rostro.

Reduce el ritmo de las embestidas, y eso me indica que lo que causaba el punto de crueldad que estaba mostrando era el miedo a algo que escapaba de su control. Miedo a que yo le dijera que no. Empiezo a entender cómo funciona su complicada mente. Y he decidido que no voy a parar hasta entenderla del todo. Quiero conocerlo igual que él parece conocerme a mí. Lo sabe todo; incluso que Alexander me maltrataba. Si no lo he hecho público hasta ahora ha sido por la sencilla razón de que la gente suele pensar que los hombres que aguantan abusos son débiles. Y luego están los que no paran de decirte lo mucho que lo sienten. No estoy cómodo en ninguno de los dos casos, por eso prefiero guardármelo para mí. Pero él lo sabe porque me conoce.

El Protector [L.S]Onde histórias criam vida. Descubra agora