Capítulo 27

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Louis

Preparé el baño, comprobé la temperatura, me aseguré de que hubiera muchas burbujas y lo dejé en el agua, derritiéndome de placer al oír su suspiro de satisfacción cuando se deslizó en la bañera. Y de inmediato ése entró a formar parte de la lista de momentos favoritos que he pasado con Hazzy. Podría haberme quedado allí tan contento toda la noche, sumergiendo la esponja en el agua y escurriéndola sobre sus hombros mientras el canturreaba de felicidad con los ojos cerrados.

Pero cuando el agua empezó a enfriarse, vi que se le ponía la carne de gallina. Lo saqué de la bañera, lo envolví en una toalla y lo llevé a la cama. Tendría que haber dormido profundamente toda la noche, sabiendo que estaba a salvo, a mi lado, en mi refugio seguro.

Pero no he podido dormir. Me tumbé en la cama, eso sí, y lo abracé por detrás. Su cuerpo encajaba a la perfección dentro del mío, pero no pude relajarme porque tenía la mente demasiado revolucionada. Todavía lo está.

Cuando se durmió, me aparté de el con delicadeza y me senté en el borde de la cama. Y así he pasado toda la noche. Mis pensamientos formaban tal escándalo en mi cabeza que tenía miedo de despertarlo.

Me odio muchísimo por haber reaccionado como lo hice cuando Hazzy volvió a preguntarme por la fotografía. Era la oportunidad perfecta para sincerarme, pero es demasiado pronto; hay cosas que tengo que hacer antes de hablar con el. Hoy me encargaré de arreglarlo todo; iré a buscar a Amber para poder dejar atrás la oscuridad. Sólo entonces estaré preparado para hablar con Harry. Le contaré todo lo que quiera saber. Hoy sabré si puedo tener una vida junto a el o si acabo de caer por el precipicio al que llevo tanto tiempo asomado.

Me levanto, me pongo un bóxer y voy a la cocina mientras el sigue durmiendo. Le prepararé el desayuno, algo contundente y nutritivo.

Lleno la sartén de beicon y revuelvo algunos huevos antes de meter el pan en la tostadora. Pronto la cocina se llena de aromas. No me importa hacer ruido. Sé que el ruido viajará por la casa igual que los olores y, con un poco de suerte, lo despertarán. Le doy la vuelta al beicon y miro por encima del hombro cuando oigo que mi móvil empieza a sonar donde lo he dejado, sobre la encimera. Desde aquí veo quién es. Había pensado llamarlo yo después de ocuparme de su hijo, pero se me ha adelantado.

—Styles —respondo apoyándome en la encimera con la vista clavada en la puerta por si entra Hazzy.

—Tenemos que hablar.

—No me diga. —replico secamente. Había pensado en tratar de ganarme su confianza, pero no me sale—. Haga que Alexander Peters retire los cargos y hablaremos.

—¿Cómo?

«¿Cómo? ¿Acaba de preguntarme cómo?»

—Pues como lo hace todo, Styles, sin piedad. Páguele; soborne a los policías que tiene en nómina. Me da igual cómo lo haga: sólo hágalo.

Me acerco a la sartén y remuevo el beicon.

—¿Cómo está mi niño?

Oír a esa sabandija referirse a mi ángel como a «su niño» hace que se me erice la piel y me hierva la sangre.

—En estos momentos, Hazzy no lo tiene en gran estima.

—Porque le ha lavado el cerebro. Lo ha llevado a la cama con artimañas y se ha aprovechado de el. ¡Podría hacer que no volviera a trabajar nunca más!

—Me importa una mierda si no vuelvo a trabajar nunca más. No lo hago por dinero, Styles, no se equivoque. Lo hago porque me mantiene ocupado, y su hijo ya se está encargando de eso estos días.

El Protector [L.S]Where stories live. Discover now