Capítulo 23

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Louis

Le tapo la boca con la mano justo a tiempo de impedir que suelte un grito de esos que se habrían oído hasta en Mánchester. Tiene los ojos muy abiertos; está asustado. Lo levanto y entro con el en el baño. Tengo que entornar los párpados para no quedarme ciego con tanto brillo.

Cierro la puerta con el pie y lo dejo en el suelo. Me aseguro de que me vea la cara antes de destaparle la boca. Tarda unos segundos en darse cuenta de que soy yo. Cuando me reconoce, se relaja entre mis brazos y sus ojos se iluminan. ¡Oh, Dios mío! Qué maravilla, poder verlo y tocarlo. Estas últimas horas han sido un infierno.

Suavemente, aparto la mano.

—Siempre te encontraré, ángel.

—¡Oh, gracias a Dios! —Me abraza y oculta la cara en mi cuello—. Pensaba que me habías dejado.

Parece asustado.

—No seas bobo. —Lo abrazo con tanta fuerza que podría haberle roto un hueso—. ¿Sabe tu padre que estás aquí?

—No, me escapé. No sabía qué hacer.

Sonrío y me alegro de que haya hecho caso a su instinto.

—Tuve que irme, Hazzy. No me quedó más remedio. —Me mata pensar que ha estado torturándose con la idea de que lo había abandonado.

—¿Por qué? —Me llena el cuello de besos diminutos pero constantes.

—Tu padre pagó a tu ex para que me denunciara a la policía, que se presentó en mi casa.

Deja de besarme y se aparta bruscamente.

—¿Qué?

Sé que me ha oído perfectamente. Quiere que lo repita porque no da crédito a sus oídos. Joder, pues cuando se entere del resto.

—¿No viste a la policía en mi apartamento?

—¡No! Me tuvo encerrado en tu habitación una eternidad.

Esta vez soy yo el que sacude la cabeza incrédulo. Sé que Styles es un cabrón implacable; eso no es ninguna sorpresa. Pero lo que me cuesta creer es que un montón de policías ignoren los gritos de un hombre encerrado en una habitación. Eso me dice que Styles tiene a más de un corrupto en el bolsillo. ¡Hijo de puta!

Le tomo la cara entre las manos y lo acerco a mí.

—Tu padre está empeñado en que no seas mío, ángel. —Aunque trato de decirlo en un tono desenfadado, noto que aprieta los dientes.

—¿Cómo me has encontrado?

—Por tu teléfono. —Al ver que frunce el ceño, especifico—: Lo conectaste hace una hora. Lo localicé vía GPS.

Me mira tan asombrado que sonrío. Es una tecnología sencilla, pero me planteo seriamente ponerle un microchip a Hazzy para no volverme loco cada vez que desaparece de mi vista.

Da un paso atrás y me golpea en el hombro con una fuerza sorprendente. Su cara ha pasado del asombro al enfado en un nanosegundo.

—Y ¿por qué no me has llamado antes? ¡Me estaba volviendo loco!

—No sabía con quién estabas —respondo molesto, porque creo que no tiene ni idea de lo que es volverse loco. Sentir que todas las arterias se bloquean por el estrés, que estás a punto de tener un ataque al corazón—. Tu padre podría haberte quitado el teléfono. ¿Cómo iba a saberlo?

—Me lo quitó, pero yo se lo quité a él. Aunque, cuando lo recuperé, había borrado tu número para que no pudiera ponerme en contacto contigo. Aun así, aunque no quisieras arriesgarte a llamarme, podrías haberte puesto en contacto de alguna manera. —insiste.

El Protector [L.S]Where stories live. Discover now