Otoño/2024

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Un hombre abrió la puerta y se adentró al cuarto, con una pila de folders bajo su brazo

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Un hombre abrió la puerta y se adentró al cuarto, con una pila de folders bajo su brazo. Iba ataviado en un saco de pana color gris y le colgaba un liston azul al rededor del cuello del que se sostenía un gafete con su fotografía y nombre.

La puerta se cerró detrás de él y se sentó en una de las sillas, la otra ya estaba ocupada.

—Soy el Inspector Brad. Yo estaré a cargo de... de ti, digámoslo así —dijo el hombre y colocó la pila de papeles sobre la mesa, luego tomó el archivo que estaba en la parte superior y comenzó a hojearlo—. Tu nombre en el registro familiar figura como Park Dae Min y tu nombre internacional como Axel Park. Naciste en Julio del 2002 por lo tanto tienes 22 años, ¿es correcto? —El hombre levantó la vista de su carpeta y miró al que tenía enfrente.

Él ya no era un niño ni un adolescente, pero tampoco era un adulto maduro por lo que, sí, habrá que dirigirse a él como el joven.*

—Es correcto —contestó el joven y le sostuvo la mirada.

—Muy bien, Axel, puedo llamarte así, ¿cierto? Soy un hombre muy ocupado e hice una excepción porque insististe allá que esto era crucial para el caso que estamos por cerrar. Dijiste que eras un miembro activo de... —el inspector bajó un poco la cabeza, como si quisiera clavar los ojos en algún apunto—. De N.I.A.P y que tenías que hacer una confesión importante, ¿sigo en lo correcto?

El joven cerró los ojos, se cruzó de brazos y asintió lentamente con la cabeza.

—Entonces te escucho —dijo el hombre y entrelazó las manos sobre la mesa—.  Te recuerdo que lo que sea que quieras decir está siendo grabado, así que si ves necesario que esté presente un abogado puedes solicitarlo. ¿Lo entiendes, Axel?

—Entiendo —respondió el joven con un murmullo y puso las manos sobre la mesa.

—Puedes comenzar.

El joven abrió los ojos y fijó la vista en el foco de luz azul que se encontraba colgando del techo, justo en el centro, justo sobre la mesa.

—Los suicidios, esos casos que no han podido resolver... —El joven se inclinó un poco hacia enfrente y la silla crujió—.  ¿Sabe lo que son?

—¿Los casos del juego ruso? —preguntó el Inspector.

—Esto no es Rusia, Brad. Y usted sospecha que no es un juego suicida al azar.—El joven se hizo para atrás—. Tiene razón. Son asesinatos premeditados para la satisfacción de ciertos individuos.

El hombre abrió los ojos bien grandes. La puerta también se abrió, entró otro hombre, se veía un poco más joven que el primero. Este traía consigo dos vasos de corcho. Dejó uno frente al primer hombre y otro frente al joven.

—Gracias, Dave —dijo el primer hombre.

El segundo hombre intentó hacer contacto visual con el joven, pero se arrepintió y entonces abandonó la sala.

LA DAGA DE PAIN©Where stories live. Discover now