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Thais

El insomnio es un hijo de puta.

Pase la noche en vela en el hospital. No he parado de llorar desde esta mañana.

Quiero que Verónica abra los ojos, quiero que me observe, quiero que siga luchando. Ella ha pasado por demasiado en la vida, y me cuesta creer que una puñalada ha acabara con ella.

Finalmente, en la tarde, los médicos nos avisan que ella está en cuidados intensivos y que no podrá recibir más visitas por hoy, y que por ahora está estable. Luego Aang me obliga ir a casa, ya que no hay nada que hacer.

Yo confío en que estará bien, pero igual me estoy ahogando en un río de emociones, y lo único que hago es sollozar. La bilis quema mi garganta, mi interior, y siento que estoy ardiendo. Mi pecho colapsa hasta que no queda nada de mí. Me está costando mantenerme de pie. Aang al notar mi estado se precipita hacia mí y me lleva cargada hasta la habitación. Minutos después Anton me trae un té, una vez que lo tomo me siento muy agotada, por más que lucho por mantener despierta no puedo como si todo hubiera caído encima de mí de golpe, así que me imagino que Aang ordenó que me pusieran un calmante.

Me despierto sintiendo mucho dolor, pero afortunadamente menos que ayer. Aang no está en la cama. No me puedo creer que haya salido.

Salgo de la cama y veo una nota doblada apoyada en mi libro.

La abro: No dejes que nadie o nada nunca te arrebate tu preciosa sonrisa. Tú eres mucho más fuerte que los que ya la han perdido, pequeña.

No salgas, trataré de llegar lo más rápido que pueda.

Aang

Leo la nota varias veces. Su letra me encanta. Estar con él es mágico. A pesar del dolor.

Me obligo a darme una ducha. Me pongo una pomada en los moretones y me pongo ropa de manga larga para estar en mi habitación. Ya es de noche, no pensaba salir de todos modos. Debo estar lo mejor posible para Verónica.

Elliot no tarda en venir a verme al escuchar mis pasos, ve los moretones una vez que estoy en la sala.

—¿Te sientes mejor?

—Estaré mejor en unos días. No es nada importante.

—No tienes buena cara.

—He dormido mal.

—¿Han vuelto las pesadillas? —me recorre un escalofrío.

Hace años que sufro de pesadillas. Son horribles, tanto que trato de evitar pensar en ellas y hacer como si no existieran. Mi psiquiatra siempre me pregunta por ellas en cada sesión y se las cuento para tratar de entender por qué sueño con azotes, demonios y sangre...

Noto que la respiración se me acelera.

—Olvida que he hablado de ellas —se sienta a mi lado y coge mis manos. —Mejor pensar que tal vez se han ido para siempre.

—Ojalá. Desde que entreno contigo estoy tan agotada que no tengo fuerzas ni de soñar. Eres un entrenador muy gruñón, ¿sabes?

—Algo bueno debía salir de esta locura. Ahora te dejo que descanses. Enviaré a que te lleven tu cena.

—Gracias —le digo, dándole un beso en la mejilla.

Abyss [Libro #3]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن