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Thais

Me pongo a llorar cuando lo veo.

Quién le había hecho daño parece que no quería dañarle la cara. Pero tiene vendado el abdomen con gasa para protegerle las costillas. Y en el piso al lado de la cama hay una escayola que parece que iba en su mano.

Que me diga su médico le dijo que se va a recuperar no impide que se me parta el corazón.

Me estremezco al verlo. —¿Quién te lo hizo?

—Lou.

La voy a matar.

—¿Por qué diablos no estás en el hospital?

—Me di de alta...

—Eres un maldito irresponsable.

—... porque moría por verte. No soy el puto héroe de nadie, solo quiero estar contigo. Así que, voy ser egoísta.

Siento una punzada en el pecho.

Los movimientos de su pecho vuelven lentamente a la normalidad y me atrae más cerca de sí, pasándome el largo brazo por la cintura para girarme.

Vuelve el cuello y deposita un beso sobre mi vientre antes de apoyar el rostro directamente allí, contra su superficie plana, justo donde tengo la cicatriz que me hizo Lou cuando me apuñaló. Se me humedecen los ojos y siento una punzada en el pecho. Podría haber perdido a Aang. Aquella realidad podría haber sido completamente diferente. Apenas me había dedicado una palabra, pero me demostraba el amor que siente por mí con las caricias más tiernas. Le acaricio el pelo y lo veo cerrar los ojos y quedarse allí apoyado.

Siento sus labios moverse contra mi camiseta.

―Estoy de vuelta para estar contigo...

Las lágrimas empiezan a rodarme por las mejillas y contengo los sollozos que me abrasan la garganta. Aang gira el rostro y me mira, advirtiendo la emoción que satura cada uno de los rasgos de mi rostro.

―Estoy bien, pequeña. Dame algunos días. Volveré a estar como nuevo.

―Van a ser unos cuantos más que algunos días ―digo entre sollozos. —Estás sangrando.

—Estoy bien.

—No estás bien —le digo. —Deberíamos llamar a un médico. No te veo bien.

—Trae agua oxigenada y vendaje —farfulla.

—¿Disculpa?

—Solo debo curar las heridas, pequeña —dice.

Camino hasta el baño sintiendo a mi corazón latir con fuerza. Encuentro el agua oxigenada, y el kit de primeros auxilios. Aang se encuentra en bóxer en el momento que vuelvo a nuestra habitación. Lo limpio, dándome cuenta que son pocas las heridas, la sangre suele ser muy escandalosa, vuelvo a ponerle vendaje.

Ahueco su man­dí­bu­la con mis de­dos y me inc­li­no pa­ra co­lo­car un be­so en sus la­bi­os, mi bo­ca temb­lo­ro­sa per­ma­ne­ce al­lí por un se­gun­do más an­tes de mur­mu­rar. —No tienes permitido irte de nuevo, idiota.

Suelta una carcajada. —Eres la personificación del romance.

—Gracias.

―Tengo una idea ―dice Aang―. ¿Y si nos quedamos todo el día metidos en esta cama?

―Tengo clases en cuatro horas y luego tengo que ir a la editorial a trabajar.

Hace una mueca.

―De acuerdo, tenemos unas horas —me sorprende.

Abyss [Libro #3]Where stories live. Discover now