Prólogo

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Algunos años atrás

La noche había caído sobre la ciudad de Marsella. Constantino Ortega estaba en la ciudad, llevaba escondido varios días tratando de llegar a Aleksandra que era la esposa de Viktor Green, la mujer que siempre amó y la única que amaría hasta el fin de sus días.

Eran amantes desde hacía más de seis años, ella fue la segunda mujer de Viktor.

Constantino salió con prisa del hotel en donde se alojaba, necesitaba auxiliarla y le urgía poder poner a salvo a su hija, la razón de su vida, su pequeña hija. Aquel era su más grande secreto, por años estuvo enamorado de aquella mujer, pero no podían estar juntos. Cuando Viktor la vio por primera vez, la pidió para él, se prendó de ella tanto, hasta el punto en que la hizo su amante. Cuando su primera esposa murió inesperadamente de cáncer, se casó con ella formalizando su relación.

Ortega nunca soportó perderla, se veían a escondidas ya que según él Aleksandra lo amaba y llevaba meses tratando de escapar para junto a él. Veinte intentos para ser exactos, él nunca quiso sentar cabeza, pero desde que la vio por primera vez en la piscina, supo que había conocido a la mujer de su vida.

Nadie se comparaba con ella...

Sus ojos verdes podían hechizarte.

Su cabello negro azabache más su piel pálida era digno de una diosa.

Toda en ella era la perfección hecha persona, pero no era de él, le pertenecía su alma, sin embargo, era la mujer de su jefe y aquello lo atormentaba, porque no debía desear a la pareja de otro. Los hombres de honor se sentían orgullosos de ser esposos, padres, tíos, no amantes. Jamás pudo entender su mala suerte en el amor, varias veces había intentado olvidar a aquella pero le había sido imposible. Incluso recuerda haber estado muy interesado en una rusa que conoció, con quién tuvo una aventura de una sola noche, luego había desaparecido y cinco años después le trajo una niña diciendo que era su hija para abandonarlo con él.

Su auto se detuvo frente a la casa de los Green, había pagado mucho dinero para conseguir aquella oportunidad. Viktor clamaría venganza por haber tocado su mujer, lo que se traducía que entrar a esa casa lo llevaría a su muerte e iba a ser un poco más difícil llevar a cabo su plan si lo descubrieran, no tenía idea cómo Aleksandra había logrado aquello, pero tampoco pretendía averiguarlo.

Theo Delgado, su primo de parte de madre bajó del automóvil junto a él, tenía el presentimiento de que algo había sucedido y su corazón se aceleró con temor.

Irrumpieron en la residencia como un comando, pero lo que encontraron fue la última carnicería. Subió desesperado por las escaleras y en el recorrido solo se topó con charcos de sangre y hombres muertos. Su corazón latía rápido, nunca había sentido terror, este aumentaba a cada paso debido a que no sabía qué era lo que podía encontrar.

Abrió todas las puertas gritando el nombre de su amada, sin escuchar el eco de la respuesta.

―¡Constantino! ―lo llamó su primo Theo.

―Tiene que estar viva, ¡Viktor jamás la mataría si se trata de Aleksandra! ―rugió desesperado.

Theo no confiaba en el amor de nadie, ni siquiera en el gran Viktor Green, a quien hacían ver como una versión italiana y refinada de El Padrino.

Mentalmente rezaba a Dios para que Aleksandra estuviera viva, pues tenía la seguridad de que su primo no soportaría perderla.

Abrieron la última habitación, era la de un bebé y en el piso yacía la mujer mientras en la cuna lloraba una pequeña.

―¡Alek! ―aulló Constantino asustado derrapando junto a su cuerpo, se agachó y ella comenzó a toser sangre―. Aquí estoy, aquí estoy...

El alma la estaba perdiendo, ese momento lo perseguiría toda su vida como una maldita pesadilla.

―Constantino ―dice ella―. Lo descubrió todo, vino por sus hijos y me hizo esto.

Theo se hizo con la niña mientras su primo trataba de consolar a la mujer que amaba más que a la vida misma.

―Vámonos, ¡por favor! ―le rogó Constantino.

―¡Llévate a Vienna, salva a tu hija! ―suplicó cerrando los ojos―. Sálvala...

Aleksandra respiró profundamente.

―Ven con nosotros ―suplico. ―Vienna también es tuya.

―Si lo hago jamás dejará de perseguirnos ―sollozo la mujer. ―Y cuando nos encuentre será peor.

―¿Qué será de nuestra hija? ¿Qué le diré cuándo quiere saber de ti?

―Dile la verdad, que lo abandoné cuando nació. Será más fácil y así no va a querer saber nada de mí ―dijo Aleksandra secamente. ―Además, no podría tenerla cerca, ya no sirve para su propósito..., jamás quise tener una hija contigo.... ―sus labios temblaron. ―Jamás voy a dejar mi familia por ustedes. Si Viktor piensa que la niña murió será mejor para todos. Lo mejor es que te la lleves y desaparezcan.

Constantino lloró frente a su amada y su primo. Theo no podría creer lo que estaba viendo, su primo la mecía mientras le susurraba palabras de amor y lloraba.

Constantino la necesitaba más que nunca, no sabía cómo criar una hija, mucho menos dos y aquello lo comenzaba a sofocar. Aleksandra que era todo lo que deseó desde que la convirtió en suya y su alma siempre deseó hacerla feliz, aquel era el más trágico final para su historia de amor. Más al saber que la mujer que amaba solo lo había utilizado.

―¡Tenemos que irnos! ―le urgió Theo―. Tenemos que salir de aquí antes de que puedan encontrarnos, saben que dejaron a la niña con vida. Van a regresar por las dos.

―Vete... por favor ―le pidió ella, dejando un beso en su boca. ―Llévatela... y no me vuelvas a buscar.

Constantino dejó el cuerpo y se levantó tambaleándose, sintiéndose vacío, caminó hasta su primo para tomar a la pequeña, era lo único que tendría de su amada y la cuidaría como su mayor tesoro.

―Thais ―murmuró cuando la bebé agarro su pulgar sonriendo―. Thais Delgado...

Thais. Proviene del nombre griego Thaïs, cuyo significado podría ser vendaje o amada. Thais era una diosa griega de gran belleza que seducía a los hombres haciéndolos morir por ella. De ahí que otra de sus acepciones sea siempre bella. Sin duda aquella bebé sería tan bella como su madre.

Y sería su secreto.

Aquel era un secreto que cuidaría hasta el día de su muerte, nadie sabría que su única hija era producto de una infidelidad. Su hija sería todo lo bueno que tendría, la educaría de la mejor manera y la alejaría del mundo criminal, incluso si con eso tendría que mentirle sobre su madre e identidad.

Se necesita leer Thais y Absurda para entender esta historia. Es una trilogía. Evita comparar los personajes de aquí con otros libros, por favor y gracias.

 Evita comparar los personajes de aquí con otros libros, por favor y gracias

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Orden de lectura de la trilogía Placeres Culposos:
1. Thais
2. Absurda
3. Abyss

Abyss [Libro #3]Where stories live. Discover now