-¿En serio?

Mi pregunta la hace reír. No sé cuántas veces habíamos llegado al mismo punto y aún no había logrado salir del palacio.

-No tendremos esta conversación por quinta vez, Su Majestad- niega, sujetando sus brazos alrededor de mi cuello -. Estaré aquí en cuánto menos lo pienses.

-Esperaré con ansias tu regreso.

Aseguro con firmeza y convicción. Empezaría a contar las horas para volver a tenerla paseándose en el pasillo y teniéndola a mi disposición.

-Eso espero, Reina Liah.

Sonrío de medio lado. No sabía que estaba haciendo bien para tener a Luna a mi lado, pero lo seguiría haciendo para jamás perderla. No podía imaginar tan solo una semana separadas. Nos habíamos hecho tan unidas estos últimos días. Desde aquella vez que nos besamos y le confesé que la quería.

Ella beso mis labios una última vez, antes de salir de entre mi cuerpo y la pared con rumbo a la sala principal. La seguí con mi mirada, viendo su caminar único e inigualable. De movía de manera tan segura y educada. Su institutriz había hecho un asombroso trabajo en ella, aún que, ella no lo tomará de esa manera.

De pronto, sentí un fuerte apretón en mis pantalones y recordé aquel pequeño problema. A veces odiaba tener un órgano masculino por momentos como estos. Suspiré frustrada y caminé a mi habitación para dejar que pasara el momento. No podría tan solo aliviarme pensando en Luna, eso sería una falta de respeto a mi bella pareja. De solo pensarlo me sentía asquerosa. Jamás lo haría sin su consentimiento.

Minutos después mi cuerpo se había relajado en una ducha tibia. Sin duda alguna, había tomado mi tiempo allí dentro, pero me lo merecía. Había estado trabajando sin cesar y una desaparición por unos minutos no haría volcar al pueblo o la guerra.

Salí de mi habitación para seguir con lo mío, sabiendo que tenía una cita con mi prometida y debía adelantar todo lo posible. Quería pasar el fin de semana a solas en el bosque. Pero antes, debía mandar a alguien para que vigilará todo y diera el visto bueno. No nos introduciría allí sin saber con qué clases de bestias podíamos encontrarnos. Aún si fuera una insignificante cucaracha, debía erradicarla porque allí estaría Luna y aún no sabía que animales le causaban molestias. Por ende, prefería no correr el riesgo y quitaría todos los posibles.

La puerta de mis despacho se abrió y apareció el vocero.

-Lady Keyla, Su Majestad.

Detrás de él, apareció Keyla. Se introdujo a la oficina con su andar coqueto y provocador. Seguramente debía tener a muchos grandes príncipes y duques a su pies. Sin embargo, damas como ellas buscaban peces más grandes como lo eran reyes nombrados o en mi caso, reina nombrada. Sabía muy bien porque estaba en mi palacio. La recibí por cortesía y nada más. De lo contrario, no hubiera dejado que respirará el mismo aire de mi prometida.

Sin más que poder hacer, planto en mi rostro una sonrisa tranquila y la recibo sin complicaciones.

-Keyla.

Saludo poniéndome de pies, ella sonríe coquetamente. Se sienta frente a mí y cruza sus piernas de manera normal. No despego la mirada de su rostro. No debía hacer más que esperar que deseara irse. Sabía que su propósito aquí no duraría más de unos minutos.

-Reina Liah, se anda diciendo que la Princesa Luna volvió a su pueblo.

Como les dije, ya sabía por dónde iba a la cosa. No era demasiado complicado de adivinar.

-Así es, por una semana.

Asiento, no daba de nada guardar el secreto. De alguna manera o otra, ella siempre se enteraría. Mejor era decírselo de mi boca, que esperar que no se enterara cuando mis propios empleados buscaban cualquier cosa para tener algún chisme innovador.

CrownWhere stories live. Discover now