Mi madre no estaba mejorando.

-Su estado de ánimo es pésimo, Su Majestad- murmura, apenado -. No podremos hacer nada si ella misma no se anima. Lo siento tanto.

Aprieto mis puños.

Mi padre le había dicho que debía ser fuerte cuando esto pasara. Al igual que me lo dijo a mí. Ella no estaba cumpliendo su parte, pero la entendía. Ella había pasado mucho más tiempo con él, además, era el amor de su vida.

Mi mirada se dirigió a Luna. Quien tenía sus ojos puestos en la nada. Me pregunté si al morir estaría igual. No podría decir si sería el amor de mi vida, pero era mi prometida y debía quererla con toda mi alma. Muchos más de lo que ya hacía.

-Necesita constante vigilancia, ¿cierto?- él asiente -. Quédese con ella. Será su nuevo trabajo.

-Así será, Su Majestad- inclina la cabeza, luego hacia Luna -. Princesa.

Sale de la habitación dejándonos solas, nuevamente. Ambas nos miramos por un segundo antes de volver a nuestros pensamientos.

Sería un poco difícil todo esto. Debíamos acoplarnos para aprender a sobrellevarnos y ser una buena pareja para gobernar. Debía hablar con ella acerca de esto.

-Luna...

-Liah...

Ambas nos miramos. Los nombres salieron a la misma vez. Ella con un leve rubor ríe.

-Empieza tú, por favor- pido, con cortesía.

Tal vez mi madre habría olvidado sus promesas, pero yo jamás olvidaría que Luna era una dama y siempre debía ir por delante de mí. Ella sería mi próxima esposa y debía estar en ese puesto con orgullo y honor.

-Sabiendo sobre nuestra nueva posición como pareja- arregla de manera distraída su vestido rosado pastel -. Tal vez, deba pasar más tiempo contigo. Para conocernos y eso...

Sonreí sabiendo que estábamos en la misma sintonía. Esta era una de las razones por las cuales sentía que ella era la escogida y con la que deseaba pasar parte de mi vida. ¿Acaso podías conectar con cualquiera de esta manera? En mi caso, jamás lo había hecho y mucho menos con otra mujer. Con Luna he descubierto tantas cosas y sentía que no debía dejarla por nada del mundo. Debía luchar y pelear por su amor, respeto y compresión.

-Estaba pesando lo mismo.

Mi respuesta la hace mirarme con esperanza. Su hermosa sonrisa sale a resplandecer.

-¿Debería mudarme?

Sus palabras salen en una pregunta. Mis labios se estiran en una sonrisa. No pudo hacer una mejor pregunta que esa. Obviamente la quería a mi lado y que se mudara no sería menos de lo que deseaba.

-Podría poner una de las habitaciones del palacio a tu disposición- propongo -. Si te sientes incómoda, te podría dar una vivienda para ti sola.

Ella sopesa la idea unos segundos. Sus ojos, recorriendo mi rostro, de manera distraída. Estaba impaciente por su respuesta. Mi pies empezó el vaivén al estar en espera de su respuesta y qué ella simplemente callara.

Apenas y nos habíamos dado la mano. Moría por probar sus labios, dar un simple beso allí para sellar nuestras promesas. Pero, entendía nuestras posiciones y no quería apresurarla. Quería hacerla sentir cómoda conmigo. Luego, podría mostrar toda mi devoción hacia ella.

Mis manos se estrujan con impaciencia sobre mi regazo. No recordaba la última vez que había rogado tanto un "sí" en mi vida. Sin duda alguna, estar con Luna me ponía en mi lugar y me hacía recordar que hay personas más importantes que yo.

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