Asegúrate de que coma.

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#Jade
Empezaba a pensar en si el peso de las cosas sobre mí, era demasiado. Llevaba dos semanas sin hablarme con Aria. Ella estaba enfadada, cabreada conmigo. Cuando iba sola por el instituto, me miraba como si me quisiera matar con sus ojos, y cuando iba acompañada, era un fantasma. Estaba allí, en la mesa del comedor, en los ensayos de animadoras, en casa de Cindy, en el grupo de clase... pero no mediábamos palabra alguna.
De algún modo yo sentía que ella era quien había metido la pata hasta el fondo, porque además de contarle a mi hermano el comportamiento de Lucas en su peor momento, nunca tuvo la decencia de venir y pedirme perdón por lo menos, por el simple hecho de haberme robado la oportunidad de contarle mi versión a Jacob. Por lo que ahora tenía que vivir con una amiga/hermana menos, un grupo de amigas pendiente de un hilo, la incomodidad de todas por no situarse a un lado u a otro, y un novio con el ojo morado desde entonces.

- ¿Qué vas a hacer entonces esta tarde Cind? - le preguntó a mi amiga mientras él profesor pasa desinteresadamente un PowerPoint.

- Creo que voy a quedar con Sergi.

- ¿El guarda del club?

- Sí, ese.

- ¿Desde cuándo pasa esto? ¿Porqué yo no sé nada? - su mirada me lo dijo todo.

- No sé tía, hablamos y nos encontramos la última vez que salimos. Él me invitó a una copa y... aquí estamos.

- Genial. Bueno, pues que te lo pases muy bien tía. Disfruta.

Me puse a hacer como que atendía mientras ella volvía a los mensajes por el móvil, completamente ajenas a lo que él profesor decía. Pero lo cierto era que yo ni siquiera estaba ese día, no salí con tal de no tenerla con Aria. Después me arrepentí, pero ya era tarde.
También sabía que no me había enterado de nada porque seguramente ya lo habían hablado entre ellas, en un momento en el que no estaba yo, y habían dejado el tema pasar. Qué en realidad no es la gran cosa, porque yo ya sé cómo funciona Cindy y el rollo que se trae con sus amores, pero mentiría si no dijera que me moría de celos porque Aria estuviera más al tanto de todo que yo.

Ahora ni siquiera juntábamos los grupos.

Yo había creado esa unión.

Mi hermano, mi Lucas, los amigos de mi hermano y de Lucas. A todos ellos los arrastraban estos dos, por mí. Uno por llevar mi sangre y el otro por quererla.
Del mismo modo, yo misma había convencido a mis amigas de que eran chicos geniales, hasta se habían liado algunas con algunos de ellos en algún momento de sus vidas. Todo lo he hecho yo. Y sin embargo, ahora me quedo por las tardes en casa pensando en lo mucho que me ha costado conseguir a mi novio, mientras Aria le llena la cabeza de cosas que no son verdad a Jacob y lo pone en mi contra. O más bien, en contra del chico al que quiero.

Cindy, al igual que Kim, estaba totalmente perdida. Iban de un lado a otro tratando de hacer su vida sin que les perjudicara a nadie. Quedaban con cada una de nosotras sin decirles nada a nadie, casi a escondidas, como si se tratase de algo malo.
El hecho era que, a mí no me importaba qué Aria estuviera o no en el mismo sitio que yo, pero nunca iba a ser yo la que empezase una conversación entre ambas, no cuando ha estado apunto de lograr que dejase de hablar con mi hermano. No cuando me ha hecho llorar a mares. No cuando no se alegra de mis logros. No cuando me hace daño cómo me lo hace.

- Jad, deja de darle vueltas otra vez al tema. Te están esperando.

No quise rebatirle nada a mi amiga, no quería molestarme con ella por tonterías. Pensaba evitar a toda costa cualquier cosa que pudiera lograr un distanciamiento entre ambas. No estaba dispuesta a pasar por eso.

- ¿Quién me está... - me quedé de piedra al ver a mi hermano sonriendo en la entrada del aula mientras el resto de adolescentes se escurrían por los pasillos a su alrededor.

- Vamos hermanita - sonreí.

Nadie podía cambiar eso.

- Parece que las cosas mejoran, diviértete - me dice Cindy sonriendo antes de pasar por mi lado con sus cosas.

Soy la última en recoger, como siempre, pero a mi hermano eso no parece molestarle en absoluto. Yo le sonrío profundamente mientras me cuelgo el bolso al hombro y me dirijo hasta él.
Pero mis pasos se frenan cuando veo un torso ancho moverse por el rabillo del ojo. Sé quién es, así que me abrazo a mi hermano antes de que lo vea y se le pase el buen humor que tiene.

- Muñeca - me llama aún de espaldas.

El cuerpo de mi hermano se contrae a mi alrededor, de repente está duro como una piedra. Al contrario de mi piel, que se ha erizado nada más oler su carísimo y delicioso perfume.

- ¿Qué hace él aquí? - susurra Jacob de mala gana en mi oído. Ninguno de los dos están en mi clase.

No quiero que mi hermano deje de abrazarme. O más bien, no quiero que deje de querer abrazarme.

- Nena, sólo vengo porque quería asegurarme de que esta tarde cuento contigo - dice refiriéndose al partido de fútbol que va a jugar. Quiere que después vayamos juntos a otra de las cenas importantes de nuestros padres.

- Sí, claro que si Luca.

Los dos nos miramos a los ojos. Sé está debatiendo entre sí debe o no acercase a mi. No por su ojo aún un poco morado, ni por la presencia de Jacob. Lo hace porque sabe que no voy a poder soportar verlos pelear nuevamente. Así que asiente y me guiña un ojo antes de darse media vuelta, pero Jacob lo frena haciendo algo que nos deja en shock a los dos.

- Luca.

- Qué.

- Asegúrate de que coma.

TÓXIC Where stories live. Discover now