Gestos obscenos.

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- ¡Jade! ¡Jad! ¡Jade! -escucho gritar a Luca mientras pasa su mano una y otra vez por mi cara. Tiene el ceño fruncido y la cara de preocupación más preciosa que he visto en mi vida.

- ¿Qué? -respondo abriendo la nevera y sacando agua de ella como si nada.

- ¿Cómo que qué? ¿Es que acaso te has quedado en trance? - me dice mientras coge mi mano con ambas manos y me acerca a él como si acabasen de contarle algo que le ha tranquilizado enormemente.

- Perdón, estaba acordándome del día en que nos conocimos - le digo bebiendo del vaso sin dejar de mantener el contacto visual ni un solo segundo. Le gusta, le gusta los gestos obscenos que le hago. Le encantan.

- Me acuerdo. Llevabas un diminuto vestido de tirantes marrón pegado a todo el cuerpo, como olvidarlo. - Sonrío encantada con la idea de que pueda incluso visualizar el momento del que le hablo.

- Tú bajabas las escaleras de esa discoteca tan feliz... - Él se acerca a mí cogiéndome de la cintura y pegando mi cuerpo al suyo, que tiene la espalda pegada a la encimera

- Estaba teniendo una buena noche, hasta que te vi en ese momento y desapareciste por completo. No dejaba de buscarte entre todas las tías de allí, pero tú no eras ninguna de ellas - susurra.

- Me tuve que ir porque Jacob se había puesto celoso de Aria, incluso mucho antes de saber que le gustaba.

- Sí, tu hermano siempre en medio - me dice suspirando. Yo me detengo a mirarle a los ojos sabiendo que lleva razón, y que saber que Jacob nunca terminaba de encajar la idea de que entre nosotros dos puedo ese haber algo era agotador.

- Lo sé - le digo encogiéndome de hombros.

- Hasta que al día siguiente te vi bajarte del coche de tu padre con él.

- Sí, Jay no tenía el carnet de conducir en ese momento.

- Sí -dice pensativo - me acuerdo de verte bajar y darle un beso en la mejilla a tu padre desde la ventana del conductor. Todo el mundo te miraba, chicos y chicas, y yo no entendía el porqué tanta atracción hasta que te diste la vuelta.

- Y nos miramos - intervengo - Creo que esa fue la primera vez que nos miramos de verdad.

-Bueno, hasta que después me vistes solo fumando en la entrada del instituto y tú paraste delante mía para atarte los cordones de un zapato que no tenía cordones - me dice riendo. Yo me río también acordándome del momento, había hecho casi tantas cosas para para gustarle como él las había hecho por mí

- No vayas de digno ahora, porque casi ni te das cuenta de ese pequeño detalle. -Él me mira con una sonrisa torcida sabiendo que es verdad, que ahí no tiene por dónde rebatir.

-Venga vamos - suelta de un momento a otro cogiendo las llaves y tirando de mi cuerpo tras él.

- ¿Qué? ¿A dónde? -pero no me contesta, solo sale de la casa y cierra la puerta tras él.

- Vamos - repite mientras coge una de las mantas que hay dobladas en el sofá del porche.

- Ya está atardeciendo, Luca. Pronto va a anochecer y estoy descalza.

Pero no me dice absolutamente nada más, simplemente se hecha el pelo hacia atrás con la mano y a continuación me la da para caminar a mi lado sin saber a dónde. Andamos despacio y sin nadie a nuestro alrededor que nos moleste, solo dos adolescentes vestidos de uniformes instando aprender del amor.

- Espera - le digo cuando le veo subir una roca con toda la facilidad del mundo, creo que si hago eso sin zapatos me clavaré algo. Él se gira rápidamente cuando nota como suelto su mano y sin decir nada más, pasa uno de sus brazos por mi espalda y otro por detrás de mis piernas. Como dos recién casados al pasar el humbral de la habitación en la noche de bodas.

- Si lo que querías era que te llevase en brazos, solo tenías que pedirlo - Sonrío aún con la incertidumbre por saber si lo que decía era real o no. Era cierto que nuestro nivel de confianza ahora, después de todo lo que nos habíamos dicho, era mucho mayor, pero no estaba segura de Luca fuera esta clase de hombre al cien por ciento.

- Lo siento si te peso, puedes bajarme cuando quieras - susurro. Y me arrepiento enseguida de haberle dicho nada cuando escucho sus siguientes palabras.

- Jade, hay algo que quiero preguntarte desde hace mucho tiempo, y además no lo he hecho por respeto, porque no sabía como de importante era esto para ti.

- ¿El qué? -digo con miedo a que pregunte lo que creo que va a preguntar.

- Tú... ¿tienes o has tenido algún problema con la comida alguna vez?

BUM. Y allí, en mitad de una cala de arena fina y con el chico con el que estaba loca desde hacía años, me corazón se detiene al oír la pregunta. Se supone que Luca no lo sabe, que no lo sabía, se supone que Luca estaba totalmente aislado del tema porque así quería yo que fuera. Pero no era así, se había percatado de algo que yo trataba de esconder y que ahora no sabía que responder.

- No, solo que me hice vegetariana hace un tiempo, ya lo sabes, y mi familia está muy obsesionada con el tema de la alimentación. Es como si no pudieran vivir sin saber que como carne cada dos por tres.

Él me mira dudoso, sé que no termina de creerse lo que le acabo de contar pero por suerte no sigue con el tema. De hecho, me deja sobre la arena nuevamente, donde ya no hay rocas que me pueda incar y me sienta directamente sobre ella. No me da tiempo a preguntarle qué está haciendo cuando noto como se sienta tras de mí con las orejas a cada lado de las mías y nos envuelve en la manta que ha traído mientras pega mi cuerpo a él. Sonrío sin que me vea mientras aspiro su aroma y cierro los ojos con mi espalda apoyada en su pecho. Me hubiera esperado cualquier cosa de Luca Rizzo, menos esta.

- ¿Te gusta? - me susurra al oído suavemente. Yo inclino mi cabeza un poco para poder mirarle a los ojos, que de hecho le brillan como perlas al sol.

- Sí, el atardecer, el sitio... todo es precioso - digo mirando al sol ocultarse a través de las rocas que se ven en el agua.

- Me alegro, porque es la primera vez que hago algo así para alguien.

- Gracias - le digo acurrucándome aún más entre sus brazos. Sin saber, que lo que Luca Rizzo iba a decir a continuación iba a marcar un antes y un después en la imagen que tenía de él.

- Y Jade, respecto a lo que te acabo de preguntar sobre la comida... hace tiempo que sé que algo te pasa. Pero esperaré todo lo que haga falta hasta que te veas capaz de contármelo.

Me dejó helada.

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